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Musique de merde


Crítico de mierda o el «raw power» de la crítica musical

La figura del crítico de rock representa el puente que conecta a una obra con el espectador, da las herramientas para que éste pueda hacer una lectura de la pieza y arroja luz para tener más claridad sobre un determinado trabajo musical.

OPINIÓN

La figura del crítico de rock representa el puente que conecta a una obra con el espectador, da las herramientas para que éste pueda hacer una lectura de la pieza y arroja luz para tener más claridad sobre un determinado trabajo musical.

Por: Homero Ontiveros

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Foto: Moody Man / Flickr (Creative Commons)»

Hace unos días escribía en Twitter que a la hora de hacer una crítica musical lo más importante es conocer el género del que se escribe o habla, si no, lo más probable sera mostrar ignorancia. Desde luego me refería a quienes ejercen el papel de críticos en alguna publicación.

Esto lo escribí al acordarme de una ocasión en que leí en un periódico de Monterrey una crítica a un disco de Nacho Vegas en la que se juzgaba de aburrido porque sonaba oscuro y depresivo, además de que las canciones eran muy “lentas”. Era notorio que quien escribía eso, y que además lo hacía bajo un seudónimo, no conocía el trabajo del músico español. Enseguida de mi post un contacto en la red social me compartió una foto de la crítica al disco Restaurante de Jumbo, el primero de su carrera. En ésta señala que tocan hip hop core, además de decir que su música es pobre y miserable, ambos juicios disparados desde la ignorancia.

Sucede que hoy en día, quienes juegan a hacer crítica musical, lo hacen desde el palco del César, levantando o bajando el pulgar queriendo decidir ellos qué está bien y qué no. Esto ha hecho que muchos músicos tengan la idea de que el crítico musical es el enemigo. Hay quienes aseguran que el periodista musical es solamente un músico frustrado y terminan refiriéndose a él como crítico de mierda.

El crítico musical mexicano Juan Arturo Brennan señala que la función de la crítica musical debe ser, en principio, realizar una labor de orientación e información, de difusión del fenómeno musical y, el crítico musical, debería ser una mezcla de cronista, escribano, maestro y guía para el público melómano.

Sin embargo, estas aptitudes no llegan solas ni son gratuitas. Mucha de la crítica musical que se hace en México carece de rigor porque no hay una preparación adecuada. No basta con que le guste la música a quien escribe. Es necesario conocer la mayor cantidad de géneros posibles y sus estructuras, analizarlos y tratar de entenderlos, si no desde la perspectiva del músico, sí desde el escucha atento. Menciona el compositor y profesor Aaron Copland en su libro Cómo escuchar la música, que “si se quiere entender mejor la música, lo más importante que se puede hacer es escucharla”.

Para hacer crítica musical es necesario tener las bases del oficio periodístico (qué, quién, cómo, cuándo, dónde y por qué) ya que lo fundamental es informar. Es necesario investigar, saber cuál es el contexto en el que un determinado disco se realizó, qué músicos participaron, quién y dónde se produjo, saber si hay algún dato concerniente a la composición de las piezas o temas y, sobre todo, fundamentar la crítica, que si bien es subjetiva por naturaleza esto no quiere decir que se pueda hacer sin un fundamento sólido. No se hace crítica con las vísceras.

Además es necesario leer todo lo concerniente al tema. Para un crítico, o quien se jacte de serlo, es necesario leer lo más posible que se haya publicado sobre el tema, conocer lo que otros han dicho y, de paso, leer a otros críticos y críticas. Un crítico debe saber escribir y expresar sus ideas claramente.

Su figura es importante porque representa el puente que conecta a una obra con el espectador, da las herramientas para que éste pueda hacer una lectura de la pieza y arroja luz para tener más claridad sobre un determinado trabajo musical.

Sin embargo el oficio parece estar en crisis por la falta de preparación de muchos. Cada vez son más quienes se lanzan a criticar un disco sin un mínimo de herramientas, sin el conocimiento básico afectando de manera ineludible alguna obra. Siempre habrá alguien que se forme un juicio a partír de lo que los medios digan sobre una grabación. Ahí radica la responsabilidad del crítico, en saber que sus palabras pueden afectar a otros, tanto positiva como negativamente, por eso los adjetivos no pueden ser regalados gratuitamente a la hora de hacer una crítica musical.

No es necesario que el crítico se asuma como el inquisidor de los músicos, ahí no radica su poder aunque muchos hagan mal uso de él, sino en poder compartir y ofrecer elementos para que cada quien haga su propia lectura. Todos podemos opinar, esa libertad nadie nos la puede quitar, pero si vamos a publicar tenemos una responsabilidad para informar y enriquecer, esto no quiere decir hablar solo cosas buenas, desde el conocimiento.

Dice el crítico Simon Reynolds que la crítica debe golpear con el raw power del que hablaba Iggy Pop, y sí, pero hay que saber dónde y cómo golpear, incluso saber defenderse porque criticar no se trata solo de atacar.