Blades, Rubén Blades

Hace ya muchas décadas que comenzó esa historia y Rubén Blades es un referente, pero a pesar de su fama y de su éxito impresionante, sigue subiendo al escenario como el primer día, dispuesto a brillar y a seducir con sus ideas, su voz y su estilo propio.

Hace ya muchas décadas que comenzó esa historia y Rubén Blades es un referente, pero a pesar de su fama y de su éxito impresionante, sigue subiendo al escenario como el primer día, dispuesto a brillar y a seducir con sus ideas, su voz y su estilo propio.

Por: Gabriel Contreras

Foto: Mauge – Flickr (Creative Commons)

Bond, James Bond. Esa manera de presentarse se fue volviendo peculiar a lo largo de los años, hasta convertirse en un sinónimo del personaje, eso cuando se habla del espía británico James Bond.

Brotado de la imaginación de Ian Flemming, Bond acabaria por imponerse como una marca. En fin, que hoy Bond es simplemente Bond.

Y efectivamente Rubén Blades tiene otras similitudes con el personaje de James Bond. Por ejemplo, los dones de cierto egoísmo. Porque aunque ha trabajado con muchas agrupaciones, Blades ha seguido siendo, al final, un solista acompañado por está o por aquella orquesta.

Y otra cosa, la manía insensata de retar al peligro. Todos sabemos que en sus orígenes Rubén Blades simplemente era un panameño que quería cantar música tropical, y que para lograrlo se fue a Nueva York y ayudaba en lo que podía ahí donde estaban los músicos de fuerza y prestigio. Así, a tientas pero decidido, Rubén Blades acabó por hacer su debut en el Madison Square Garden, sin más trayectoria que la de ser un aspirante con verdaderas ganas. Así entró a esas filas, dominadas por artistas de una extraordinaria solidez, como Lavoe, Pacheco, Tito Puente, y el mismísimo Willie Colón.

El asunto es que después de ese debut un tanto improvisado y suertudo, Rubén Blades no tuvo más remedio que aprender a calentar el brazo, sacar fuerzas de flaqueza y hacerse de las mejores alianzas para disponerse a nadar entre tiburones. Así, rompiendo con toda posible zona de confort, Blades renunció a la posibilidad de ser un destacado cantante panameño, para atreverse a ser un salsero neoyorquino de grandes ligas.

El hombre tenía lo suyo. Una manera de componer extraordinaria en términos de visión, de arrojo y de profundidad. Era algo así como un Bob Dylan en la playa. Sus canciones no eran sólo obladi-oblada, o tontas canciones de amor, sino que eran obras de largo aliento, versos un tanto inmemorizables, pero dignos de sonar, de ser compartidos en vinil, y de ser bailados.

Hoy, hace ya muchas décadas que comenzó esa historia y Rubén Blades es un referente, pero a pesar de su fama y de su éxito impresionante, sigue subiendo al escenario como el primer día, dispuesto a brillar y a seducir con sus ideas, su voz y su estilo propio.

Mañana martes, Rubén Blades cantará en Monterrey. Ok. No se diga más. Blades. Rubén Blades.