Gorilas en la niebla

Suecia, la impresentable

La literatura negra siempre está ahí para atestiguar, escudriñar, denunciar y mostrar el lado anómalo de las sociedades, más allá de su fama o su prestigio.

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OPINIÓN

La literatura negra siempre está ahí para atestiguar, escudriñar, denunciar y mostrar el lado anómalo de las sociedades, más allá de su fama o su prestigio.

Por: Gabriel Contreras

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Estocolmo, capital de Suecia / Foto: Giuseppe Milo – Flickr (Creative Commons)

Existe una expresión en España que identifica a ciertos personajes cuyas características los vuelven indignos o penosos o vergonzantes. Esa es la categoría de “impresentable”.

Impresentable es, por ejemplo, el tío o el primo encarcelado, la maestra que hace vida íntima con sus alumnos; impresentable es el alcalde que roba y lo atrapan.

Y si algo podemos decir, a la distancia, de los países nórdicos, es que se hallan muy lejos de ser impresentables. Tan serenos, tan higiénicos, tan sobrios, tan sensatos los cinco. Y sin embargo, la literatura negra siempre está ahí para atestiguar, escudriñar, denunciar y mostrar el lado anómalo de las sociedades, más allá de su fama o su prestigio. En el caso de Estados Unidos, Francia, Inglaterra, España, Italia y Escocia, la literatura negra, en distintos grados y etapas, ha contribuido a retratar a través de la ficción el perfil de sus mentalidades políticas, sociales y criminales, haciendo de cada novela o cuento una pequeña “radiografía” de su vida pública, o incluso de su moralidad o sus secretas locuras.

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John-Henri Holmberg se ha impuesto una tarea que es al mismo tiempo una contribución y una pequeña proeza. Ha preparado y producido un libro excepcional: El lado negro de Suecia, editado por Océano. Se trata de un libro pionero en su campo, ya que compila por primera vez para el público de lengua inglesa y española algunos de los textos y autores que conforman el horizonte de la literatura negra en ese país cundido al parecer de un índice de bienestar social comparable sólo a la acumulación de nieve en sus calles y a su afición por un desayuno coronado por el pan danés y el café.

Holmberg nos abre hoy las puertas de un paisaje dominado por el simulacro, el misterio y la sorpresa. La literatura negra sueca, efectivamente, se ha puesto de moda desde hace una década, y es consumida brutalmente a través de diversos formatos, generando libros de papel, archivos digitales, películas y series como jamás había ocurrido. Hoy, la fama de la literatura negra sueca ha ido más allá de Sjowall y Walhoo, e incluso mira con cierta nostalgia a Henning Mankell, para apostar por una fuerza y una vivacidad especialmente ligada a Stieg Larsson y sus continuadores. La literatura negra, que no puede ser reducida al ámbito de la literatura policíaca, encara hoy a la sociedad sueca como un reto, y le plantea preguntas incómodas, feroces y profundas. Para ello, Holmberg acudió a plumas como las de Tove Alsterdal, Eva Gabrielsson o Asa Larsson, y les ha permitido compartir páginas con autores consumados del nivel de Mankell o Stieg Larsson. Así, a través de este esquema un tanto “democrático” se forjó el índice de este libro, en el que la diversidad está tan presente como la desigualdad y la irregularidad. Pero el libro El lado negro de Suecia no ara en el desierto, ya que tiene a Galaxia Internet a su favor.  Al mismo tiempo en que comienza a circular en las mesas de librerías, la televisión por streaming nos ofrece piezas memorables, como Fallen, una magnífica parodia de las novelas de detectives, obviamente sueca.

Pero en el lado sajón también se abre la pantalla para una serie producida por uno de los escritores del ámbito policiaco más buscados de los últimos años: Harlan Coben (editado también por Océano). Esta serie, que se llama Safe, acaba de ser lanzada, se ambienta en Inglaterra, y todo indica que va por buen camino, en una ruta que se distingue por comprometer al autor mismo en la realización de la obra fílmica.