COLUMNAS   

Árido Reino


Allanando surcos en los que se sumerge la noche, o el tiempo se alarga preso en tus insomnios

Gabriela Riveros es una de las más firmes y seguras voces en la narrativa del noreste y del país, su obra llena de frescura abarca el cuento la poesía y la novela y en todos sus libros la intensidad alumbra sus textos.

OPINIÓN

Monterrey sufre un eclipse

Coincidí por primera vez con Gabriela  cuando fuimos becarios del Centro de Escritores de Nuevo León en 1994. Temprano aprendimos la primera lección: entender que el oficio literario es una carrera contra el tiempo, pero además una carrera de obstáculos que nos forma y nos inconforma. Salimos bien librados (creo) porque establecimos apropiadamente las funciones adecuadas. Mario Anteo y José María Mendiola, nuestros guías en aquel entonces, ofrecieron vastos ríos de virtud y beneficios: Disciplina, trabajo arduo de lecturas, humildad, captar formas…

Entonces las ideas se aclararon y se reforzó una que hasta ahora persiste: La ciudad.

Aquel eclipse no nos oscureció, el tiempo gobernante supremo puso a todos en su lugar, Gabriela es hoy una de las más firmes y seguras voces en la narrativa del noreste y del país, su obra llena de frescura abarca el cuento la poesía y la novela y en todos sus libros la intensidad alumbra sus textos.

Monterrey despierta

Ciudad mía está conformada por siete relatos que poseen una coherencia interna, una continuidad en la manera de ver el mundo, Riveros posee y maneja un lenguaje rico y expresivo que hurga en la orilla de las cosas y así transmite con emotiva y serena eficiencia lo que Micaela, Paula, Isabel, Andrea, Mariana hacen y dicen. El sueño de una ciudad ellas lo cumplen, a veces como fantasmas que visitan a otros fantasmas, a veces como siluetas donde se diluyen la distancia y los lamentos, a veces escriben cartas, el destino es el tema, hay una fuerza en cada ser individual que mantiene lo numinioso.

Monterrey puede ser todas las ciudades y eso lo entienden los autores que la abordan con pasión. Su belleza es un incendio en el verano, o lo que le pasa y nadie se entera. Siempre he pensado que es una ciudad a la deriva y que ahí radica su encanto. Cada historia propia o apropiada la endereza, la despierta.

Monterrey , rompe el silencio

El espacio donde se asienta  esta ciudad es una mujer, una mujer que agoniza en otras mujeres: en Juana o en Inés, una mujer que se libera en otras mujeres. Las Marías: Josefa y de Jesús, una mujer ahogada por sus recuerdos, en «Ciudad de nadie» el último de los relatos del libro la autora contempla y a la vez describe a Monterrey de una manera sublime bajo la lluvia que inunda la ciudad con su voz eterna y suave. Por otra parte en otros relatos, aunque pudiese entenderse como la descripción detallada de un sueño, el sustento literario rebasa esa línea invisible de lo anecdótico para entender la temperatura intelectual de la autora. Llámese influencias, bagaje, o como se llame, el buen lector siempre lo agradecerá.

Mi corazón es la ciudad más grande que hay

A Gabriela le aletea una mariposa en el pecho cada que escribe, cada que regresa a Monterrey aunque este en Monterrey. Gabriela se descubre mirándose a los ojos cada que escribe, Gabriela fundó una ciudad desde su corazón y desde su literatura, esa ciudad muy suya también es nuestra, nos pertenece a ti, a mí y a ellos, porque Gabriela le da voz y administra con rigor las caras (todas femeninas) de la ciudad.

Ciudad mía se volvió un clásico de la literatura regiomontana porque observa cómo nos observamos, traza un camino donde la ciudad protagoniza la vida de la ciudad misma con un ritmo propio, poético y nos hace pensar la urbe en pleno y constante crecimiento. Riveros la trazó con la oblicuidad vertiginosa del lenguaje y los años que son una delirante metamorfosis. Nos revelan que, cambiada o no entendida o no apreciada, esta ciudad es nuestra.


Gabriela Riveros
Ciudad mía
(Colección Coetáneos)
UANL, Fondo Editorial Nuevo León
2014