«Hielo», de José María Arreola: Una bocanada de Evangelio en los pulmones

Cuando se escucha o lee Hielo, queda atrás el comparativo entre poesía y música y la errónea impresión de que ambas son formas esencialmente distintas del modo de obrar en espíritu, no sólo en su impulso inicial sino en su alcance último.

El hielo estaba aquí, el hielo estaba allí,
el hielo estaba todo alrededor: crujía, gruñía,
y rugía y aullaba, como ruidos en lo salvaje.
Samuel Taylor Coleridge

“Para ser poeta hay que ser dueño de las palabras. Que éstas obedezcan a nuestro dictamen, como si obedecieran a la música de un caramillo y acudieran como abejas volando en escuadrones de luz. La poesía es muy sencilla, hay que poner una palabra junto a otra, y que las palabras digan más de lo que representan, o de lo que ellas quisieran decir aisladamente”, escribe Juan José Arreola (1918–2001) en El último Juglar (Diana, 1998), libro que constituye el fruto de una larga y accidentada conversación con su hijo Orso. Las palabras que un padre da en ofrenda a su hijo, dulces, tristes, amargas pero siempre regidas por la verdad.

Heredero de esas palabras también es José María Arreola Velasco A.K.A “Chema Arreola” –la batería de México–, quien fuera el ritmo de bandas como La Barranca, Monocordio y de artistas como Alfonso André; fundador de Librosvivos (donde actores escenifican notables obras literarias), además de formar parte del ensamble Arreola + Carballo, al lado de su hermano, el bajista Alonso Arreola y el poeta nahuablante Mardonio Carballo, un power trío en fusión con el spoken word, el rock y la vanguardia escénica. Chema ha demostrado, al igual que su abuelo, ser también dueño de las palabras, obedecen, así como el tintineo de los platillos, a su dictamen. En Chema Arreola sucede la verdadera música, la de aquellas flautas de madera (caramillo) de las que hablaba Juan José Arreola, que acuden como notas volando en escuadrones de pentagramas a la poesía del mundo.

Hielo (2019), es un dispositivo sonoro que funciona como poema que se reflecta de manera física en 300 piezas firmadas, todo al cuidado de La Hoja Doblada, editorial independiente que promueve la lectura, escritura e ilustración alternativa, comandada por Aneleé Rousell y Tayde Bautista. Hielo es un “disco-poemario” editado por ‘Days Without Records’, el sello discográfico de Jairo Guerrero, con músicos como Alonso Arreola, Alex Otaola, Andres Loewe, Lari Ruíz Velasco, Raúl Vizz y el mismo Jairo. 

Cuando se escucha/lee Hielo, queda atrás el comparativo entre poesía y música y la errónea impresión de que ambas son formas esencialmente distintas del modo de obrar en espíritu, no sólo en su impulso inicial sino en su alcance último, como escribió Martin Buber (creador de la filosofía del encuentro): “En el hielo de la soledad es cuando el hombre , implacablemente , se siente como problema, se hace cuestión de sí mismo, y como la cuestión se dirige y hace entrar en juego a lo más recóndito de sí, el hombre llega a cobrar experiencia de sí mismo. Así en el poema, se advierte la semejanza, la analogía del YO, la poesía y la música confundidas en sus límites, al punto de no saber en qué dominio permanece el hombre. Y en esta participación del enigma, los tres misterios: poesía, hombre, música, agotan las posibilidades del conocimiento racional y musical. 

En Hielo están en actividad todas las energías y todas las revelaciones místicas:

Dios:
que entre una bocanada 
de tu Evangelio en mis pulmones.
Inhalemos piedra filosofal,
Clonazepam de 2mg.
jeringas, MDMDA,
cocaína y cristal.
Padre nuestro
que estás en los suelos:
el Gólgota espera
furioso de sed.

Si la poesía, como decía Lautréamont “enuncia las relaciones que existen entre los primeros principios y las verdades secundarias de la vida”, cabe suponer que José María Arreola la ha considerado también como un camino de integración a la música, que conlleva a la realidad inmóvil de lo absoluto: el hielo.

La poesía, en este caso, y no la melodía vocal, ha sido la forma más propicia para José María Arreola de manifestar esa ansia irreprimible, esa vocación última del músico. Chema Arreola busca, a través del ensueño y de esa sensación de abandono –conferida por las sustancias que la producen– la idea de lo bello. En los seis tracks presentes se encuentra una visión de un mundo de quietud y orden. Arreola reloaded, al igual que Rimbaud, encuentra a través de la clausura del diamante del verbo poético –en este caso melódico, la pureza de la visión narcótica.