antonio ramos todos los días atrás
COLUMNAS   

Árido Reino


Un insecto flota como un pedazo de noche o ningún lugar sobre la tierra será buen escondite

OPINIÓN

Una cabalgata de adrenalina

Si hay algo que valida a un personaje literario es sin duda su simpleza. Antonio Ramos dispone en estos ocho cuentos revelaciones sobre la idiosincrasia de los que habitan paisajes desérticos, no solo los geográficos sino los interiores; desde la exacta decisión de ser fantasmas en «La sierra del negro», hasta la venganza por una vida mediocre de un oficinista en «Bandidos». Los cuentos de Ramos son espejos para asumir una realidad y el autor se asume en su circunstancia: Ciencia ficción, homenajes a Rulfo, historias citadinas conforman un rompecabezas que denota una dedicación perseverante. Por ahí aparecen insertados, ya sea como personajes o como nombres de calle, algunos de los nombres de  sus compañeros escritores que conformaban un taller literario, (un detalle que puede pasar desapercibido para algunos) pero que contiene un gran significado, no solo de vaciar culpas y admiraciones, sino como evocación porque la literatura convoca tanto lo afectivo y lo intuitivo así como el mero lado cognitivo del ser.

Matar el amor con demasiado amor

En el comienzo del amor existe un momento en el que comprendemos que la imaginación nos separa de la mortalidad, porque esta nos ata a la realidad y a los sentidos. El hilo conductor es sin duda la imaginación de cada personaje: Que sueña, oye voces, ve fantasmas, que miente e imagina otra realidad para hacer después lo que obligado o no por la circunstancia tiene que hacer (a veces esa circunstancia es la acumulación de la vida misma sin cambio alguno que olla de presión está a punto de…). Y luego sucede la revelación. Esto es infinitamente importante: El autor vive parte de la realidad dada y confecciona su universo de símbolos y eso sustenta las historias en un primer plano. El siguiente es donde interviene el lector y su capacidad de asombro; el amor, la belleza y el deleite subsisten eternamente. Son fulgores, sonidos guardados, ocho historias para descubrir que la gente buena tiene secretos oscuros guardados. Sus personajes son lo que ellos decidieron ser, asumen riesgos pero de manera conservadora, mienten cuando creen que es oportuno, o  priorizan la verdad cueste lo que cueste. Ocho historias que darán de que hablar. Solo es cuestión de entender que el asombro es un personaje de personalidad terregosa y nuestros ojos están hechos para desempolvarla.

Oro raspadito

Quien corre con suerte ante un libro de cuentos es sin duda el lector. La sorpresa placentera es el premio esperado y nadie nos protege para la sorpresa y eso es lo mejor de una apuesta. Antonio mereció con este libro el Premio Nuevo León de Literatura en el año 2003, y vuelvo a recordar que un autor que gana hace ganar a los lectores.

Latidos desbocados

Por supuesto que Ramos busca y cuida no caer en un tratamiento generalizado en sus narraciones. Desmarcarse sin tratar de imponer un estilo es, sin duda, riesgoso. Esos personajes que toman decisiones mundanas o cotidianas porque su realidad es abrumadoramente simple, nos llevan a la reflexión para entender que así de simples como somos compartimos un universo de opciones y alternativas posibles y que ponemos en acción los circuitos que conforman la maquinaria de la decisión. Todos los días atrás revela y resuelve el modus operandi, o mejor dicho la metáfora que pretende teñir del color adecuado las preguntas que nos salvarán de lo que somos y de lo que el destino nos tiene preparado. ¿Por qué sentimos ciertas emociones hacia los demás? ¿Para qué sirve soñar con cambiar a otro estatus o a otra vida? ¿Es un riesgo dejar de desacostumbrarse a algo? Antonio emprende un viaje a lo más íntimo de la conciencia y sus aprendizajes, de ahí las decisiones y las emociones, y ahí, desde ahí algo en nosotros lectores también nos construye, nos invita a remediar junto con sus personajes la brecha donde se conciben todas estas preguntas que han surgido.

Lo que se evapora en la inmobilidad de la tarde

El total y correcto sentido de la palabra permite ver las cosas naturales en su forma perfecta. ¿Qué quiero decir con esto? No podemos razonar acerca de nada, si no observamos las escenas imperantes con una labor aplicada. Y eso a veces incluye un malestar profundo del autor que comprende que las leyes que el mismo inventó o decretó le serán aplicadas. se conjuntan se concentran y se condensan la espiritualidad, el poder, el comercio, la palabra y así trastocado por esos efectos se es participe de la soberbia plenitud de la realidad. Todo el movimiento urbano, suponiendo que los ocho cuentos son una ciudad que está conectada, es una circulación a un perpetuo desvío, pero recordemos que el tiempo que se evapora en la inmovilidad de la tarde se aprecia distinto desde un embotellamiento que en una desviación que nos hará llegar más rápido a nuestro destino. Sustentados en la base del momento, los cuentos suceden mientras nosotros sucedemos porque la escritura -Ramos lo sabe bien- es precisamente el acto que une en el mismo trabajo lo que no podía aprehenderse junto en el único espacio plano de la representación. El mapa son todos los días que guiados por esa sugestión fantasmagórica que es lo novelesco le confieren a este libro una connotación muy a lo Roland Barthes, en el sentido más puro de los significantes vacíos. Ya el lector con su filtro moral y cristalino les impondrá a estos textos su propia oscuridad o su propia luz.


Antonio Ramos
Todos los días atrás
Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Nuevo León
Conarte / Conaculta
2005