COLUMNAS   

Árido Reino


Apoyo efectivo como energía modeladora de las virtudes, o todos nos educamos a todos

Las celebraciones del cuarto centenario de la ciudad coincidieron con el aniversario de la extinta Universidad Mexicana del Noreste, y ese fue el pretexto para recordar en el libro Educadores de Nuevo León a un grupo de individuos y los ideales que estos profesaron.

OPINIÓN

Cariátides del techo de esta ciudad

Existen y existieron muchísimas personas que han aportado algo importante a la ciudad a través de su trabajo, su entrega y su ejemplo. Nacidas aquí, en otras partes del país e incluso en el extranjero, todas ellas han dado algo de sí mismas. Las celebraciones del cuarto centenario de la ciudad coincidieron con el aniversario de la extinta Universidad Mexicana del Noreste, y ese fue el pretexto para recordar en el libro Educadores de Nuevo León a un grupo de individuos y los ideales que estos profesaron.

Por supuesto que entre los treinta y seis personajes seleccionados hay nombres de todos conocidos: Alfonso Reyes, Pedro Garfias, Manuel L. Barragán, el padre Severiano Martínez, Alfredo Gracia Vicente, Raúl Rangel Frías, Eugenio Garza Sada, AgustínBasave, Dr. Eleuterio González Eugenio del Hoyo, Manuel Rodríguez Vizcarra, pilares de la sociedad regiomontana, pero hay otros que no tanto y que afortunadamente aparecen aquí para apreciarlos y homenajearlos conociendo su legado.

El formato me parece muy interesante ya que no se queda en la presentación de la típica biografía del personaje mencionado. Se convocó a un grupo de conocedores cercanos a cada uno a que escribieran algo y lo presentaran, así este libro se convierte en una verdadera joya con los escritos de Jorge Pedraza Salinas, José Roberto Mendirichaga, José Emilio Amores, Alfonso Rubio y Rubio, Juan Antonio González Arechiga, Rogelio Ojeda, Alfredo Gracia (que aparece doblemente es decir como colaborador y como homenajeado) Armando Flores Salazar y Alfonso Rangel Guerra entre otros.

La ciudad educativa

Hablar sobre los hombres y mujeres a quienes se debe el progreso de Monterrey y del estado, más allá de un acto de gratitud, es una obligación. Vidas intensas y fecundas, poseedoras del afán socrático de enseñar con sus propias vidas, creadores todos ellos de realidad, dedicaron sus esfuerzos al emporio del trabajo, la cultura y la paz. Sus recuerdos, del tamaño de las altivas montañas, nos protegen y nos guían con su ejemplo, para convencernos de que somos y debemos ser sus dignos herederos.

Habría que añadir el elemento ético a todos estos personajes, una maestra de música, un maestro de contabilidad, un mecánico automotriz, hombres dedicados a la vocación religiosa se codean en este libro con empresarios, intelectuales e historiadores.

Sembrar

Sustentando siempre sus acciones en una intachable postura moral, es emocionante que los habitantes de este libro son nuestros cercanos, nuestros vecinos, o, como bien refiere la idea toral de este libro, nuestros maestros. Buenas acciones que a través de ellos ampliaron su caudal y dirigieron su mejor cauce.

Todos ellos, hombres y mujeres ilustres, implantaron formas de organización social que auspician la plena realización de la sociedad nuevoleonesa. Habría (y convoco) que proponer de nuevo ante administradores públicos y poderes políticos la creación de una rotonda donde se les rinda un homenaje público y urbano eterno. Esto se ha hecho antes, sin duda, pero libros como este sirven para recordar a los que siempre recordamos, y tratar de imitarlos en cualquier porcentaje que nos sea posible.

El ideario Cuahutémoc

Vale la pena repasar algunos conceptos siempre necesarios que Don Eugenio Garza Sada dejó plasmados en el ya famoso ideario Cuauhtémoc: Ser puntuales, ser modestos, reconocer el mérito de los demás, ser tolerante, no alterar la verdad, la dedicación al trabajo. Sin duda todos estos puntos no valen si no se convierten en acciones. Los convocados a este libro, los recordados en él, nos recuerdan que esos cimientos que ellos colocaron retienen su fuerza en los que heredaron lo construido y ahora lo habitan. Hagamos una reflexión generacional, porque, es cierto, son otros tiempos, y somos otros, pero me complace y enorgullece saber que este libro es el tomo 1 de una colección amplia. Me motiva saber que tengo y tenemos la oportunidad de trascender con nuestras regias acciones, y me llena de emoción y felicidad conocer y ser amigo de algunos de los futuros habitantes de los tomos siguientes.


Educadores de Nuevo León
Editorial Aprender a Ser
Universidad Mexicana del Noreste
2001