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Rosario Bléfari y Los Mundos Posibles: porque un sueño de (des) amor es una obra de arte

Murió Rosario Bléfari, una de las artistas esenciales del indie argentino, sobre todo al frente de la banda Suárez en los noventa. Uno de sus últimos trabajos fue el proyecto Los Mundos Posibles, junto a Julián Perla. Como despedida, revisitamos Pintura de guerra, uno de los mejores discos iberoamericanos de 2018.

Voy a preparar café, empecé a extrañarte hace unas horas, he tratado de dormir, repasé mil veces nuestra historia –como siempre-; tengo en mi cabeza, estúpida estrategia del amor, que no me alcanza para ganar la guerra del Japón”.

Nadie puede restar importancia a la canción, vehículo sobre el que marcha gran parte del arte musical que emana de la cultura pop. No requiere de una complejidad intelectual, en ocasiones no necesita de arreglos sofisticados; su magia es espontánea… puede brotar de unos cuantos acordes, de una estructura rítmica sencilla, pero poseer una enorme capacidad de conmover con su simplicidad, y ante todo, con su verdad. Porque en el momento en que la escuchas, sus intérpretes te convencen con su sinceridad, con la manera de decir las cosas… que va más allá de lo que pudiera arrojar un detector de mentiras.

Se trata de un prodigio que de cuando en cuando engalana al indie rock; pienso a bote pronto en Belle and Sebastian y Arab Strap especialmente. Y ahora lo experimento en carne propia cuando repito “La guerra del Japón”, una maravilla de bolsillo que pertenece a un álbum que han preparado juntos dos figuras insignes del rock argentino de los últimos tiempos; Rosario Bléfari tiene detrás suyo a Suárez, un hito del rock independiente sudamericano; mientras que Julián Perla tocaba con Mi Pequeña Muerte y se sumaba al grupo de directo (La Vida Gigante) de una mujer de enorme talento, que además ha hecho carrera como escritora.

Nunca imaginé encontrar aquí a la flor más rara del Oriente, tenemos un pacto de esos que se rompen siempre muy ardiente”.

Ahora se han hecho llamar Los Mundos Posibles para editar Pintura de guerra, un álbum de 7 temas en los que se muestran a plenitud compositiva, por lo que no sentimos que estamos ante un Ep largo. Es un compilado de canciones redondas y en las que destaca su poder narrativo, tal como ocurre con “La guerra del Japón”, que abre el disco y marca la pauta. Es impresionante saber que siendo amantes del cine mientras resaltar las propiedades cinematográficas de estas historias musicalizadas, también muestren su afecto por un director como Won Kar Wai –que sin duda influye en lo que hacen-. 

Es interesante acercarnos a Pintura de guerra en un momento en que el periodista Hugo García Michel –a cargo de la sección musical de la revista Nexos- encuentra demasiada similitud en el modo de cantar –afectado, algo lastimero y en tonalidades agudas- en varios exponentes del rock iberoamericano. La pareja argentina contribuye al deslinde, a marcar distancias y a señalar que no todos cantan de la misma y triste manera; acá hay un tono naturalista, poco o nada dramatizado, pero que destaca al momento en que yuxtaponen sus voces; es decir, Rosario y Julián cantan las mismas líneas cada uno en su tono y nos proponen la experiencia del unísono. Rosario expone perfectamente este recurso: “La explicación que le encontramos es que nuestras voces octavan perfecto Cantamos cómodos, en nuestro registro natural, a ocho notas de distancia”.

Independiente, 2018

Así, Los mundos posibles encuentran una forma de expresión muy suya, que en “Condenados” luce a plenitud: “No creo que el amor sea igual a una historia trágica… no sé a vos, pero a mí me matan los recuerdos”. Recientemente se aplaude a lo que han hecho juntos Kurt Vile y Courtney Barnett –por ahí van los tiros-, pero hurgando un poquito en la historia del indie, encontramos que lo que hacen Rosario y Julián tiene mucho que ver con lo que Dean Wareham y Britta Phillips probaban en Luna (y que se potenciaba siendo pareja). 

Aquí tenemos a Julián cantando casi sin inmutarse, Rosario depositando un poquito más de emoción –no mucha mpas-; ambos dejan que la canción los lleve… que sea lo que tenga que ser. Y para ello tienen a Javier Diz (ex Jaime Sin Tierra y Jackson Souvenirs) para que los acompañe alternándose en la batería, teclados y la guitarra eléctrica. Tres lados para un triángulo equilátero de indie rock perfecto. Aquí todo es desamor que hasta se disfruta… gozo ante la experiencia del quebranto emocional. Luminosidad ante las cosas cotidianas: “Además es 2 de enero, además no hay futbol ni boxeo, ya regué las plantas, ya fumé”. Y el protagonista sabe que tiene perdida esa guerra del amor-japón.

A estas alturas de la historia de la música y el rock and roll, hasta disfruto y celebro que Pintura de guerra será tal vez un disco que no se muestre en vivo –tal como pasa ahora con el Record de Tracey Thorn-. Esta hecho por el puro placer de componer y sufrir y disfrutar con el derrotero –nunca mejor dicho- de temas como “Daba para más”, que tienen un efecto polivalente, según lo que cuenta Perla: “Es gracioso porque al mismo tiempo que amigos en Europa me decían que era un disco ideal para salir a caminar y escucharlo bajo la nieve, otros en la costa me contaban que pegaba justo con el verano y la playa”.

Y lo mejor es que este proyecto surgió espontáneamente –casi sin querer-; la gente que los escuchaba les insistía en que se acompañaran más –que cantaran juntos-. Y en un momento, Rosario se halló en un impasse del supergrupo del indie argentino que había formado con integrantes de Los Reyes del Falsete, Bosques y El Mató a un Policía Motorizado; debido a los compromisos de todas esas bandas, Sue Mon Mont quedó aparcado y así surgieron Los mundos posibles.

A estas alturas Rosario ya es una joven leyenda del indie; pico piedra en los noventas con Suárez y formó parte de la generación que todavía tocó el mítico Cemento, que abanderaba las noches porteñas. Los recuerdos de Julián se remotan hasta aquellos años: “Nos voló la cabeza. Nos encantó ver a una mujer como ella moverse entre el ruido con tanta personalidad. Una banda a medio camino de lo barrial y lo futurista. A partir de ahí nos hicimos fans”.

En un abrir y cerrar de ojos han hecho Pintura de guerra y lo han puesto en circulación, a través del sello Plastilina Records, junto con el arranque de este año y con la pasión hacia el oficio por delante. Esperando que piezas como “Donde ruge” y “El contacto” enganchen con la gente, le calen hasta lo profundo y le den un lugar en su día a día (en lo personal, no dejo de tocarlo). Se trata de un álbum que conquista la intimidad, que transpira un indie pop muy puro y sincero. ¡Que sean las canciones las que valgan! 

Esta nota se publicó originalmente en la revista Marvin No. 160. Reproducido con autorización.

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