COLUMNAS   

Árido Reino


Constelaciones de agua, música de las piedras, una oscura iluminación poética, un circo y el apocalipsis

El caracol y la montaña. Poetas de Nuevo León en tierra chilena inaugura un experimento que le faltaba a la literatura regiomontana: ¿Cómo se ve a la poesía del estado en otras latitudes, y cómo se la lee? Cinco poetas y académicos chilenos revisan leen y repasan la obra de cinco autores del estado.

OPINIÓN

El caracol y la montaña. Poetas de Nuevo León en tierra chilena inaugura un experimento que le faltaba a la literatura regiomontana: ¿Cómo se ve a la poesía del estado en otras latitudes, y cómo se la lee? Cinco poetas y académicos chilenos revisan leen y repasan la obra de cinco autores del estado.

Por: Armando Alanís Pulido

caracol montaña poetas nuevo leon1 – Latitudes

¿Y si los poetas de Nuevo León ganaran premios nacionales e internacionales, estuvieran traducidos a otros idiomas, o fueran incluidos en la antología general de la poesía mexicana? O mejor aún  ¿y si fueran publicados en editoriales de prestigio o tuvieran lectores? Las respuestas a estas preguntas  afortunadamente  ya no son ni un reto, ni parte de un pesimista diagnóstico, son una realidad. Es más, ya no son preguntas ni siquiera, son hechos, valga la redundancia, hechos de versos; porque la poesía nuevoleonesa está ya insertada en la tradición poética de México -con despuntes individuales si lo queremos ver objetivamente-, pero cuando se presenta como un conjunto de voces nos topamos siempre con agradables sorpresas. El caracol y la montaña. Poetas de Nuevo León en tierra chilena inaugura un experimento que le faltaba a la literatura regiomontana ¿Cómo se ve a la poesía del estado en otras latitudes, y cómo se la lee? Cinco poetas y académicos chilenos revisan leen y repasan la obra de cinco autores del estado. El puño cerrado que conforma este grupo es Carmen Alardín, Miguel Covarrubias, Guillermo Meléndez, Margarito Cuéllar y José Javier Villarreal. Todos ellos con obra y méritos suficientes, unos más conocidos que otros, unos más premiados que otros pero que son una muestra representativa, si no de una generación, sí como voces que  conforman la historia de la poesía del estado. El autor intelectual de este proyecto es el poeta e investigador Jorge Luis Darcy, quien consciente de que todavía hay muchas cosas que descubrir, expone a los autores y propone la construcción de un nuevo puente. Miren nada más qué atrevimiento el de Darcy al escoger un país con una potencia poética impresionante: Chile. Pero este reto se lee con optimismo, ya que la convivencia y el dialogo resultado de este experimento sin duda ha dotado desde ya, de más grandeza y contundencia a la poesía de Nuevo León.

2 – Cordilleras, mesetas, cerros y colinas

La poesía se lee de muchos modos. Aquí en este libro, hay una lectura comprometida que otorga al lector goce por partida doble: la creación y la crítica, el conocimiento y el reconocimiento. Sin duda alguna este libro es una defensa del patrimonio escrito por los que “tienen la palabra”. Ser vistos y leídos desde otras latitudes es un redescubrimiento. El poco interés por nosotros mismos sufre un revés con este caracol del tamaño de una montaña; sufre un revés porque hay espejos que reflejan los paisajes que desde el interior de sí mismos , por malinchismo o porque nadie es profeta en su tierra, no nos permitimos observar. Este libro nos da la oportunidad de entrarle al toro por los versos y convertirnos en lectores, que aprecian lo que se hace en casa. Viva la literatura regiomontana, viva la poesía nuevoleonesa.

3 – Alardín se amotina con el tiempo para corporeizar nuestros ensueños

Sergio Muñoz Arriagada destaca la presencia del agua como elemento en la poesía de Carmen Alardín, su derramamiento a través del lenguaje metaforizado en forma de barcos, de torrentes, de gotas, de ríos y de lágrimas. El agua es el origen. Una poética mayor se descubre en quien va más allá de los signos. Alardín, estudiada, leída, antologada, no es una poeta que tengamos que descubrir (en este caso los chilenos están descubriendo 5 voces, pero esa es la idea de este bien pensado libro). Una frase común con rumbos de infinito es una buena definición para su obra. Reflexión, comunicación y comunión con los oleajes que son las palabras, bien puestas y bien dispuestas a lo largo de su obra.

4 – Cuéllar sazona con lágrimas algunos recuerdos

Jaime Quezada se ocupa de Margarito Cuéllar. Sin duda de los cinco el que más proyección internacional tiene. Cuéllar posee varias publicaciones en el extranjero (especialmente en América del Sur). La visión de Margarito se instala como primera visión, es decir descubrir las cosas  y cantarlas, decirlas por primera vez, nombrarlas para que sean renombradas, sorprenderse y sorprendernos a los lectores, la poesía como acto de conducta. La poesía vuelta tiempo, señala su lector chileno, intensidad y altura con ese lenguaje conversacional que nos ha deleitado a quienes fungimos como sus lectores desde hace largo tiempo.

5 – Covarrubias domestica a una pantera

Enrique Morales atiende al maestro de este grupo, Miguel Covarrubias. Hay algo salvaje que está encerrado, es una pantera, es un poema, y Covarrubias intuye el carácter destructivo de la bestia apaciguada por su confinamiento. La jaula es el espacio y el tiempo arrebatado a la naturaleza, el autor viejo lobo del desierto es un poeta que encara al mito y lo captura y se convierte en un traductor feroz que se amenaza a si mismo mediante la mansedumbre doméstica del sueño. Covarrubias evita el mero esteticismo porque entiende nuestra animalidad. En el fondo, una aspiración, un diálogo que muy pocos se atreven a declarar, a cantar. El poeta ha deslumbrado a su lector andino que interpreta además como una forma completa de escritura a la edición (un proceso creador que en conjunto construye un todo). Quien domestica -al lenguaje, por ejemplo- saca cosas de su encierro y hace sentir al lector.

6 – Meléndez le escribe una carta a un árbol susurrante

Juan Camerón repasa una buena parte de la bibliografía del poeta menos conocido de los cinco, Guillermo Meléndez, quien desde siempre nos hace dudar del poema y nos preguntamos insistentemente: ¿es magia o una operación matemática? Polizonte en el circo que con amargura narra, su vida metaforizada en el triste espectáculo, la decepción vital como declaración de principios, Meléndez es un militante de la burla y la ironía lo que lo convierte en un rebelde que se confiesa y se retrata inventándose fotografías que nunca se tomaron.

Poeta que siempre esta escribiendo sus memorias, poeta siempre enloquecido, poeta con sabor a hiel que acepta que es un ruco ácido y que se reconoce como predicador de esos que se burlan de esos que tararean boleros que todos nos sabemos.

Cronista de la derrota de los malos recuerdos, escritor necesario el que te dice tus verdades o te las inventa, el que se integra mediante la escritura a ese absurdo que algunos llaman existencia.

7 – Villarreal compra en una tienda de la Patagonia un perro grande y viejo lleno de manías

Carlos Henrickson, el más joven de los ensayistas chilenos convocados, opina sobre el más formal y técnico del grupo: José Javier Villarreal. Poeta de los que salta al vacío como modestia muestra de que existe una posibilidad de reconciliación y de comprensión íntima de lo real.

Villarreal hace sus postulados desde la intuición, desde ese reino abismal, y ejerce la complicidad con el lector. ¿Por qué se complica en hacer ese viaje? Sencillamente porque es necesario ese caos. Entendemos que la invasión de José Javier al lenguaje va ordenando a las palabras y las cosas. No hay secretos. El poeta percibe el fin del mundo y el comienzo de otro, condiciona la existencia a lo pronunciado, porque sólo si se nombra existe ahí el poeta convencido de que lo es, convencido de que cumple. Y desde acá desde, el Árido Reino lo hemos entendido, y el mundo se expande quizá hasta la cordillera de los Andes, donde también han descubierto que la poesía es inevitable.

8 – Carmen, Margarito, Miguel, Guillermo, José Javier

Gracias por su poesía.

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El caracol y la montaña. Poetas de Nuevo León en tierra chilena
Jorge Luis Darcy (coordinador)
Colección latitudes
CONARTE / Fundación Pablo Neruda
2016