eduardo zambrano
COLUMNAS   

Árido Reino


La libertad presentida en la obstinación de pensarla o el hombre práctico se ríe

La experiencia poética de Eduardo Zambrano abre un espacio de armonías y correspondencias. El lector lo intuye, el lector lo descubre.

OPINIÓN

A veces escribo sin saber a donde ir

¡Ay! la palabra ¿Qué hacemos con la palabra?, se pregunta el poeta chileno Gonzalo Rojas, y, ante ese desafío, sentencia sin piedad: ponerla en tela de juicio, por lo menos. Sirva esto para acercarnos de nuevo al poeta Eduardo Zambrano. Este autor es un inconforme, por eso reincide -con versos o con aforismos- sobre algunas convicciones, sobre algunos vicios, sobre algunos asuntos cotidianos, poniéndolos en tela de juicio, mirándolos con perplejidad, y ofreciendo un cotidiano reposo -merecido por supuesto- en el que nosotros los lectores nos vemos favorecidos y es que Eduardo mas que propuestas presenta respuestas. Cito:

Los viajes son como las borracheras. Te sacan de una realidad y te llevan a otra, donde se camina por lugares y sentimientos llenos de asombro.
Después, al amanecer no se recuerda casi nada. Apenas un viso de alegría en medio de tanto olvido y oscuridad.
Las fotografías ridiculizan nuestra memoria. La cabeza nos da vueltas.
Entonces se entroniza en el corazón una cruda espantosa.
(Solo los muertos no escapan, fragmento 22, página 23)

Lo perdurable, es decir, la poesía, busca un lugar y si lo encuentra reincide, abriendo siempre nuevas vías de acceso a la ensoñación. El autor desconfía de la escritura y sale a la calle, pero esa desconfianza nos da seguridad, porque la búsqueda (característica en la obra de Zambrano) nos proveerá de grandes encuentros. Esa experiencia poética abre un espacio de armonías y correspondencias. El lector lo intuye, el lector lo descubre.

El ordinario ritual

Y en el entendido de que en toda voluntad de conquista hay una historia de futuro, la aparente amargura, -algunos le llaman experiencia otros le llaman años- va ordenando y esclareciendo intuitivamente a la libertad; y el viaje se vuelve espiritual, amoroso, glorioso, porque nos corresponde y porque está escrito que la terquedad vendrá a salvarnos. Es cierto, la fuerza de los versos de Zambrano acata una revitalización de los sueños. Parafraseando a Nietzsche podemos decir: “Tenemos el mito para no morir a causa de la verdad”. Es decir, mito y poesía se entrelazan y brotan reincidentes las imágenes sin reservas, en sociedad con los ojos que las leen; y que si tuvieran algún reclamo sería el por qué no las leyeron antes, las vivieron tal vez y ahora son el espejo al que acudimos cada mañana para peinarnos o rasurarnos o para descubrir que lo que vemos es nuestra propia mirada y que todo está claro: nada. Cito:

Quien llegue esta noche
será bienvenido:
el amor, el poema
o el olvido.

(Quien llegue esta noche, fragmento 60, página 78)

Las estridencias del mundo

Entonces no olvidemos que “la poesía sirve  para aquellos que están ajenos a tratar de reconciliar una practica con un éxtasis no se tomen la molestia de preguntarse para que sirve”. (Agusti Bartra dixit.) Yo me doy por servido, porque como bien lo dice el autor en su inicial advertencia o justificación a la que denomina impasse: a veces la escritura es la única llave que abre otros universos al condenado.

Eduardo Zambrano
Reincidencias
Conarte, Mantis Editores
(Colección Árido Reino)
2003