vesania luis javier alvarado
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Árido Reino


Todos hemos sido de alguna manera una «primera vez», o devuélveme el celo extenuante de tus labios

En Vesania, de Luis Javier Alvarado, se corporiza al poema, ya que los textos están basados en una coreografía y el autor es creyente de que el cuerpo es el tema del arte.

OPINIÓN

El esplendor salvaje del canto

Desde que conocí a Luis Javier Alvarado hace muchos años, nunca ha dejado de sorprenderme, lo he visto actuando en obras de teatro, bailando por ahí, cantando por allá pero sobre todo lo he leído con especial atención y cariño. Y ahora con todo eso, pero también con una profunda dosis de respeto, por su fascinación por las palabras y sus significados y por el reverso del lenguaje, o sea el silencio. Ese reverso es el que distingue al poeta de los otros enamorados del lenguaje, como son los oradores o los que practican las artes sutiles de la conversación, y aquí no me refiero al silencio de siete años que hubo entre este y su anterior libro de poemas, me refiero a lo que no se dice, que sabemos se dice, que sabemos se grita.

Luis Javier Alvarado no puede dejar de creer en la inspiración, puesto que la padece. Partiendo de la imagen observada (la imagen puede ser él mismo) emprende un viaje que va desde el lamento pasando por la exaltación y el rapto, en el que sin duda se ve involucrado un segundo en discordia: el lector, que para estas alturas ya sufre el Síndrome de Estocolmo. O sea, ya hay amor, hay una atención extrema a la sensualidad (lean, lean y apreciarán la carnalidad).

Más que entender y llegar a conclusiones de cómo el poeta somete los diferentes espacios del recuerdo a una minuciosidad que intensifica el lenguaje, entiendo que su poesía propone algo: lo que verdaderamente reivindicará a la poesía no será la intención y el acto de su lectura, sino la intención y el acto de practicarla, de vivirla.

La callada persistencia

Alvarado podría dedicarse a otras cosas, pero descubrió su autonomía y siente la responsabilidad de ir hasta donde le sea posible, y al dedicarse a las artes sostiene su autonomía. En Vesania se corporiza al poema (los textos están basados en una coreografía) y el autor es creyente de que el cuerpo es el tema del arte.

Sueño
En los labios un esplendor de sangre
Una orquídea disuelta
Humor y fiebre
Ritual inadvertido que me abrasa
Aquí el cuerpo
En esta elevación que no termina
Incesante
            Desnudo
                      Giratorio
Fuera del estupor
Inaprehensible
Flamígero durmiente de la altura

Poesía en  tránsito continuo hacia la claridad, porque la poesía es una oportunidad para ver de nuevo las cosas que nos rodean, la gente, los espacios, los ambientes; pero también el autor nos hace ver que la poesía contiene sus propios impulsos.

La ciudad foto fija

«Creo en el canto como eje central; a partir del canto la desembocadura. / Sin el canto nada yo no me ubico en ninguna parte: la poesía no me ubica en ninguna parte», declara el artista itinerante. Alvarado ha hecho su vida y su obra en Nuevo León y en Coahuila, y desde esos espacios geográficos vocaliza. Pero cree más en la geografía interior, ya que le parecen muy similares las ciudades donde ha vivido. Charles Simic dice que el poema es el sitio donde se revelan las afinidades, y que la poesía es una manera de pensar mediante afinidades. Hace muchos años, después de una lectura, Luis Javier se me acercó y me dijo que un poema de mi primer libro se le había quedado en la memoria. Habían pasado algunos años de esa publicación y yo a Alvarado lo veía como un poeta adelantado en muchos aspectos, pertenece a la generación de los poetas nacidos en los años sesenta. No sé porque recuerdo toda esa escena después de tantos años: la ropa que vestíamos, el lugar donde sucedió (afuera de la UR) y la conversación nítida y amable sobre ese texto me pareció un detalle hermoso de su parte. Ahora entiendo las afinidades, y, por supuesto, sigo mirando a Luis Javier como un ser decorado por sus circunstancias, que con decoro, decoró y sobresalió en aquella época por su manera poética de afrontar al mundo y de comunicar lo que hacía. Vesania es el fiel testimonio de eso.

Orbitar

Orbitar es como un deseo, un duro deseo de durar. Vesania proviene de una coreografía (recordemos que Alvarado también es bailarín) y los poemas poseen esa cualidad la del movimiento, se mueven y nos mueven, y se desdoblan en el tiempo, flotan u orbitan en la locura (que por cierto es un sinónimo de la palabra «vesania»). Quiero entender al conjunto de la obra de Alvarado como un manifiesto de su concepción de la vida y del arte. Su literatura y su personalidad me hicieron entender desde aquella tromba la postura tan sería como una de sus risotadas características que hay que asumir ante el arte, ya sea como creadores o espectadores. Ya lo decía Hölderlin: «Nosotros, los que buscamos lo más elevado y lo mejor en la profundidad del saber, en el tumulto del comercio, en la oscuridad del pasado, en el laberinto del futuro, en las tumbas o más arriba de las estrellas ¿Sabes su nombre? ¿El nombre de lo que es uno y todo? Su nombre es belleza».

Entonces, esa forma de cantar, bailar, escribir, flotar, reír, persistir, orbitar, contenida en Luis Javier Alvarado se asume y se resume en una sola palabra: Belleza.


Luis Javier Alvarado
Vesania
Conarte /Mantis
2003

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