poesía gay regiomontana
COLUMNAS   

Árido Reino


Hombres hermosos y sus manos que juegan con el aliento de los gestos, o son los tiempos de las galaxias despeinadas

Arnulfo Vigil y Ernesto Castillo, los compiladores de Poesía gay regiomontana dan cuenta de 13 voces que gritan y cantan el amor desde su libertad o su valentía; desde su activismo o su zona de confort.

OPINIÓN

Los unos y los otros

Desde hace 28 años Arnulfo Vigil ama a todos: Hombres y mujeres, perros y gatos, fifís y chairos, jóvenes y viejos, bonitos o feos, gordos y flacos, tigres o rayados, chaparritos o muy altos, poetas y narradores, luchadores y empresarios, taxistas de Uber o choferes de ruta. Ama con pasión a la especie humana, y se podría decir que no distingue, pero sí, sí distingue. Porque selecciona y ama a los mejores, les paga las cheves, los hace de su equipo, les completa pa’l camión, los promociona, les publica libros y los incluye en una antología. Y no podría ser más que en estos tiempos que apareciera una antología de poesía gay regiomontana. Y no podría ser más que en estos tiempos de galaxias despeinadas que se publicara en la editorial Oficio: la editorial más gay de Nuevo León, la más atrevida, la más contracultural, la más punk, la más luchona,  la más criticada (por los de Atrasalante y An.Alfa.Beta) y la más incluyente.

Salir del clóset

Poesía gay regiomontana registra a ciertos autores que asumen su condición y preferencia sexual, quienes además de describir su tono afectivo con su circunstancia asumen una posición contestataria. Arnulfo Vigil y  Ernesto Castillo, los compiladores, dan cuenta de 13 voces que gritan y cantan el amor desde su libertad o su valentía; desde su activismo o su zona de confort. Entonces, en el libro nos encontramos con voces reconocidas como la de Luis Javier Alvarado, Luis Aguilar, Jorge Cantú de la Garza, que se mezclan con algunas que ahí han estado desde siempre, como las de  Xorge M. González o Alejandro del Bosque, y que escandalosamente tienen décadas tolerando a las minorías intolerantes que no se atreven a reconocer que un negro, una mujer o un homosexual también escriben poesía.

En la pantalla
la película
En mi boca
tu jugoso caramelo
que ofrece la bragueta 
En el pasillo
las sombras destejiendo
El tapete de la espera

(Antonio García, Penélope, pag. 39.)

La ciudad y el trastorno

Hago una observación: El termino literatura gay se discute  porque se refiere a la temática  que incluye la vida íntima del poeta. Entonces, los aportes hechos por estos poetas seleccionados, es decir, sus poemas, fortalecen no solo a la literatura regiomontana sino a los espacios (los poemas son espacios en sí mismos) para la diversidad. Es obvio que en la mayoría de los poemas los autores manifiesten su inclinación sentimental, pero creo que debemos ver que algunos de estos poetas están ya insertados en el canon regio única y exclusivamente por la calidad de sus textos, y que las antologías no deben de buscar complacernos atendiendo la equidad de género (en esta antología no aparece ninguna lesbiana, por ejemplo).

Soy el hombre sin ojos
el puto
el que asesina
el que en su lengua tiene jugosos infortunios
soy la puerta flotante y el mar de girasoles
el caballo, la yegua el infierno la esperanza
harto de imaginarme el tufo de la locura
fui el mejor el hermoso presidiario de la noche

(Luis Javier Alvarado, Velvetcrow, fragmento, pag.67)

Un ligue abrumador

La poesía nos crea pero también nos recrea y sobre todo nos activa. Tiene efectos afrodisíacos, según estudios de universidades cubanas, y es necesaria para la paz y la concordia entre los seres humanos, según politólogos colombianos.

Un libro así, un libro de poesía así, da cuenta del grado de madurez de los que atienden a la poesía. No sé si la UANL o CONARTE serían capaces de editar algo como a lo que Oficio se atreve. Sirva esto para recordarles (una vez más) que deberían de atreverse a editar ya la antología general de la poesía de Nuevo León. Mientras tanto, leamos con escandaloso entusiasmo esta.


Poesía gay regiomontana (antología)
Arnulfo Vigil y Ernesto Castillo (compiladores)
Oficio
2006