sergio cordero
COLUMNAS   

Árido Reino


Vagar en la desolada dulzura de la luz mientras un oleaje de sol se dilata en un aullido o en un canto; o Dr. Jekyll and Mr. Hyde

En su poesía, Sergio Cordero rompe con el personaje que es él mismo, remienda todo con versos y transforma esa amargura en luz. Es una especie de Dr. Jekyll and Mister Hyde, que tiene dos alternativas que coexisten en él de una forma dialéctica: la crítica literaria y la poesía.

La ansiada inexistencia

Sergio Cordero se asume como crítico literario. Así quiere que lo vean, lo identifiquen y lo cataloguen, y como buen crítico construyó un calabozo, un cuarto de torturas en el que desde hace tiempo parece que vive.

Maltratado y ninguneado (porque maltrata y ningunea), no se cura ni con su propia medicina. La rudeza innecesaria que ejerció  durante mucho tiempo para con sus colegas escritores lo relegó en el rincón de los casi olvidados, y de repente aparece en alguna lectura o presentación de algún libro, y vuelve a hacer de las suyas: interrumpe, cuestiona, se ríe a carcajadas, amenaza, advierte, se burla con su ya conocida contestataria inteligencia que los pocos que todavía lo apreciamos, le seguimos tolerando. Así es el maestro Cordero, pero afortunadamente su actitud intransigente también lo ha llevado a escribir poesía (Oscura lucidez, por ejemplo, merece una reedición). Porque Sergio con la poesía rompe con el personaje que es él mismo, remienda todo con versos y transforma esa amargura en luz. Es una especie de Dr. Jekyll and Mister Hyde, que tiene dos alternativas que coexisten en él de una forma dialéctica: la crítica literaria y la poesía.

Como la lluvia en la pared

Aunque Cordero ha escrito narrativa y teatro también, quiero centrarme -para hablar de su poesía, que alcanza los  diez títulos – en esta comparación que ejercita John Berger en algún ensayo que aparece en el libro La apariencia de las cosas. Berger compara o distingue las diferencias y semejanzas entre el retrato pictórico y la fotografía y dice que estas últimas son más informativas y más fieles porque revelan más información psicológica pero que no constituyen una unidad tan tensa como lo que ofrece un retrato pictórico. Son distintos modos los que transforman los elementos que muestran la imagen, en la foto. La transformación es mecánica y en el retrato cada transformación es el resultado de una transformación consciente del artista. En este caso la poesía es el retrato, porque ambos están más cargados de intención.

Con las manos entrelazando las piernas
y el mentón apoyado en las rodillas
contemplo la ciudad.
Y el oleaje de sol que anega su concreto
es en el aire un tigre que reposa
sobre mis pies descalzos.

(Oleaje pág. 9)

Exaltación y hondura

En Luz cercana Cordero reestablece el contacto con lo que al parecer siempre ha rechazado: la amabilidad. Entonces decide errar por el mundo, ampliar el paisaje, contemplarlo como si respirara. Y grita y calla, equilibra la balanza, levanta la vista…

Miro hacia el frente y digo: Qué asco de vida.
Levanto la vista y pienso: Qué hermoso mundo.

(Perspectivas, pág. 7)

Eras un ser distante, hoy eres la distancia

Un hombre libre es aquel al que  todo le sucede como él lo desea, le dijo un loco a Epicteto y él lo corrigió: Desengáñate, amigo mío. La verdadera libertad consiste en querer que las cosas sucedan, no como se te antoja, sino como suceden.

Cordero no escribe poesía por capricho. Es simple, escribe poesía porque le sucede. Seguro hay razones en las que por ahora no hay que adentrarse, todos los poetas las tienen, es simple como la lluvia: No nos preguntamos sobre los procesos climáticos o químicos que la provocan, simplemente cuando llueve entendemos, y si no entendemos, percibimos que sucede:

 Escribo
            Cae la lluvia
                         Nadie entiende
pero todos perciben la frescura.

Escribo en esta página
como la lluvia en la pared
corrigiéndome una y otra vez.

(Segundo estrato, tercero y último, fragmentos del poema «Palimpesto de lluvia», pág. 10)

Trozos de luz

¿Podemos distinguir la desesperación personal de un autor en sus escritos? Por supuesto que sí, pero cuando Sergio Cordero escribe poesía lo que brilla es el enigma bien resuelto. Hay cosas que no abandona, pero privilegia otras, porque afortunadamente el autor escribe conforme a las leyes que le impone su propia necesidad, y sabe que la poesía es necesaria.

Como poeta es de los pocos autores de este árido reino que ha publicado en el Fondo de Cultura Económica (Vivir al margen, en 1987), y también de los pocos que desde Nuevo León fueron considerados para aparecer en la Antología general de la poesía mexicana compliada por Juan Domingo Arguelles. Como lo mencioné al principio, es y se asume como crítico literario y así quiere que lo identifiquen. Yo propongo verlo como poeta. Mientras decido ¿quién es el Dr. Jekyll y quién es mister Hyde? ¿El crítico o el poeta? Luz cercana, un pequeño y hermoso cuadernillo ideado por el poeta Ricardo Yáñez, contiene brillos que se ven desde lejos. La dulzura de la luz es atrapada por Sergio, salgamos porque una lluvia de palabras frescas cae sobre este pergamino.


Sergio Cordero
Luz cercana
Luzarena Editorial (Colección Tallo de Luz)
1996