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María de los Muertos: reivindicar el horror latinoamericano

María Camargo es una cantante, compositora y productora colombiana. Su proyecto Maria de los Muertos abre paso a lo que ella llama horror lo-fi.

María Camargo es una cantante, compositora y productora colombiana. Su proyecto Maria de los Muertos abre paso a lo que ella llama horror lo-fi, una mezcla de rock alternativo y experimentación con algunos electrodomésticos. Su primer sencillo “Donde soy tristeza, la alegría es una hazaña” es parte de una trilogía que va ayudar a introducir su faceta solista. Durante más de una década ha estado en la escena del rock en distintas gamas, formando parte de bandas como Fractal Flesh, Little Bitter Cubes y V for Volume. Hablamos con ella sobre el horror que rodea su obra, la alianza con el productor Mateo Camargo, Bandcamp y la paranoia doméstica. 

Hiciste este proyecto durante la pandemia, pero ¿Maria de los Muertos existe desde antes?

Si, la idea de Maria de los Muertos existe desde hace varios años. A mi me gustan mucho las películas y la literatura de horror. Es algo a lo que he dedicado mi vida académica desde hace varios años. Soy investigadora de horror en mi país. Me gusta investigar de dónde vienen las estéticas de horror, qué es lo que decimos con los monstruos de nuestros países latinoamericanos, en qué se diferencian de los otros monstruos y qué es lo que nos hace amantes de esa cultura de horror. Así que me pareció lógico combinar mis dos amores en la vida que son la música y esa fascinación por el horror y unirlos en María de los Muertos. 

Además, me pasó una cosa cuando niña y fue que me mordió una rata (risas). Nosotros siempre vivimos en el campo con mi familia y una vez estábamos cerca de un pozo y una rata me mordió. Mi mamá siempre me decía “desde ese momento nunca fuiste la misma” (risas). Eso me gustó. Ella se sintió terrible, pero a mi me pareció algo maravilloso. Yo digo que ese momento fue cuando nació María de los Muertos.

Las letras evocan una cierta paranoia doméstica, ¿Qué vivencias personales te llevaron a este concepto de horror?

Cuando comenzó la pandemia y nos dijeron “enciérrense en sus casas”, al principio era una maravilla. Pero a medida de que pasaban los días las paredes comenzaban a agobiarnos. La gente comienza a sufrir un mal de auto-secuestro. La gente se siente confinada. Yo también lo empecé a sentir. Los ruidos de la casa comienzan a tragárselo a uno, los ruidos de la licuadora, de la secadora, de la gente que pasa. Uno comienza a sentirse agobiado. Tu puedes decidir en el confinamiento qué opción tomar: o te sientes agobiado y aprisionado, o puedes amplificar mentalmente lo que ves. Así, de pronto, un enchufe no es un enchufe, un tomacorrientes es un portal a otra dimensión, la licuadora tiene vida propia y trata de suicidarse con su propio cable. Empecé a amplificar el espacio confinado de mi vida y empezaron a  salir personajes y sonidos. Le saqué los sonidos a la lavadora, a la batidora, a mi esposo cuando hablaba, a la televisión cuando me quedo dormida. Me apropié de esos sonidos, los hice míos. Los escogimos con mi productor y decidimos crear un sonido nuevo, al que nosotros nos referimos como horror lo-fi. Es una forma de musicalizar ese confinamiento doméstico y la paranoia que tú mencionas. Yo creo que la gente necesita el horror, uno necesita un desfogue por alguna parte y el horror da esa adrenalina. 

La producción la hiciste en conjunto con Mateo Camargo, tu hermano, ¿cuales son los elementos o ideas que aportó al proyecto?

La mitad, diría yo. Lo que a mi se me ocurre en el concepto a él se le ocurre en la vida real. Yo no tengo que hablar con él, siempre digo que somos hermanos gemelos, aunque no nos parecemos físicamente. Mentalmente somos una cabeza: si digo «azul» él sabe lo que quiero y cómo pensarlo. “Quiero que la batidora haga (sonidos de batidora) en tal compás”, él lo pone y le mete una cosa y es mejor de lo que había imaginado. O cojo la guitarra y le digo “oiga, quiero que esto suene con este sonido de Alain Johannes en tal disco”, y él agarra todo de una manera magistral. Creo que somos una buena dupla. Tiene trabajando conmigo desde que dejé de trabajar metal. Yo tenía antes bandas de metal, luego una de rock que se llamaba V for Volume y él fue el productor de todo el material de V for Volume. Se podría decir que es mi productor de cabecera. Yo tengo todo mi equipo en casa, teclados, instrumentos, incluso mi esposo es guitarrista,  entonces lo que no tengo yo, me lo invento con él. Tengo todo perfectamente situado. Tengo licuadoras, tengo tomacorrientes que me llevan a otras dimensiones (risas), ¡lo tengo todo!      

Estuviste a principios de octubre presentando el proyecto por medio de livestream en el Coachentena Fest, ¿cómo fue esta experiencia con este nuevo formato de show en vivo?

Fue muy chistoso. Hubo muy poco tiempo, me enteré muy cerca de la fecha, también porque lancé esto de un momento para otro. Cuando me llegó esta propuesta me puse super feliz principalmente porque siempre quise lanzar este disco en México y con la pandemia fue el método que encontramos. Esto rompe fronteras de naciones y kilómetros de distancia que hay entre nosotros. Pero al mismo tiempo, como no puedo salir y estoy muy alejada de Bogotá y tengo que cuadrar las cosas con protocolos de bioseguridad, no me dio el tiempo de hacerlo en un estudio. Entonces dije: “mi casa es mi santuario”. Saqué todos mis fantasmas, mis payasos asesinos, mi esposo me ayudó e hicimos una extravagancia casera para explicar esto del horror lo-fi en tres capítulos. Creo que salió bien en medio de todo. No había preparación y fue en “one take”.

¿Qué aspectos musicales te gustaría explorar con Maria de los Muertos?

Quiero meter muchos instrumentos y sonidos diferentes de guitarra y distorsiones. Quiero experimentar cosas con bajo. Me gustaría explorar nuevos ritmos punk horror lo-fi. Siempre he pensado que el horror latinoamericano tiene una gozadera especial y particular que no tienen los países anglosajones. El Día de Muertos de ustedes, los mexicanos, está lleno de dulces y colores. La gente baila y tiene piñatas, banderines de colores, rojo, amarillo, rosado, los que quieras. Mientras que el Halloween en Estados Unidos es negro, blanco y naranja; es una estética histórica obscura y bajadona. En cambio ustedes la muerte la bailan. En Latinoamérica eso nos encanta. No podemos evitar bailar la muerte. Es lo que quiero empezar a explorar con un buen punch de bajo en los próximos temas. La muerte también puede bailarse. Quiero introducir más sonidos de películas de horror, sobre todo las películas serie B latinoamericanas de horror. Ustedes en México tienen un catálogo tan divino, últimamente he explorado mucho. Me parecen maravillosos los locutores y las situaciones que presentan. Quiero coger algunos elementos de esas pelis y hacerlas mías como hacía White Zombie en sus comienzos, me parece brutal. Meterle punk. Hay enormes posibilidades bien bacanas.

«Siempre he pensado que el horror latinoamericano tiene una gozadera especial y particular que no tiene los países anglosajones»

¿Puedes mencionar algún ejemplo de las películas que mencionas?    

Por ejemplo en México hay una película que me gusta mucho, de 1933, que me la enseñaron en clase de cine, que se llama La Llorona, de Ramón Peón. Cuando la vi fue como “¿como que La Llorona no es de Colombia, sino de México? Me di cuenta que todos los relatos de horror en Latinoamérica están súper unidos, como el tamal, la arepa y la cumbia (risas). ¡Es un patrimonio compartido! Hay otra película igual de vieja que se llama El fantasma del convento [Fernando de Fuentes, 1934] que también presenta elementos de horror. En la historia de México y Colombia había mucha formación religiosa y mucho colegio católico. Las ánimas en pena y todo ese cuento de la culpa. Yo creo que por eso resonó fuerte esa película.  En Colombia hay un director fabuloso que se llama Jairo Pinilla que tiene trabajos como Silla satánica o Extraña regresión, películas que nunca salieron en cines comerciales pero son geniales. No sé en México, pero en Colombia es bastante precario el cine, siempre es la misma comedia que todo el mundo va a ver, con los mismos personajes. El pobre que se hace rico, la danza de las clases o el narco-relato. Siempre son las mismas vainas, la misma perra con el mismo lazo. Entonces, atreverse a hacer cine de horror en Latinoamérica es una aventura maravillosa. Estos son algunos de los referentes que tengo presentes en Maria de los Muertos.

https://www.youtube.com/watch?v=yQ2tU0o-uUc

¿Qué se viene próximamente para Maria de los Muertos?

Vamos a lanzar un segundo tema que es “Nadie sabe que voy a morir”. Es un poco como entrar en lo ridículo en el momento de la muerte. No sé si te pase pero yo siento siempre que me voy a morir en cualquier momento (risas). Estoy manejando y pienso “este es el momento en el que alguien me va a estrellar” o “se me va a caer el avión encima” , “me van a atropellar”. Tengo muy claro que uno no muere como a uno le gustaría. Me gustaría morir en la tarima o algo así de espectacular, pero no. Me voy a morir en el inodoro o me voy a caer en un hueco (risas). La muerte se presenta de formas muy ridículas. Así es como nace el segundo tema, que une esto que me gusta definir como la delgada línea entre el humor y el horror. Ese es el punto exacto de María de los Muertos. Es un horror chistoso, como somos los latinos. Eso es lo que sale ahora a finales de octubre o principios de noviembre. El tercer capítulo sale a finales de noviembre, principios de diciembre y se llama “Casi todo lo que importa no se sabe hablar” y el próximo año saldrá el álbum completo. También tengo una propuesta muy linda para una novela gráfica de Maria de los Muertos, que estoy desarrollando este año, y estoy escribiendo unos cuentos de ficción para una editorial en Colombia. Es un momento creativo y de muchas sorpresas. Esta pandemia nos demuestra que no tenemos idea de que va a pasar mañana. Eso es positivo para la creatividad.

«Me gustaría morir en la tarima o algo así de espectacular, pero no. Me voy a morir en el inodoro o me voy a caer en un hueco»

Durante los últimos años artistas independientes han optado por elegir alternativas de plataformas y medios para distribuir su música, ¿qué fue lo que te llevó a subir tu proyecto a Bandcamp?

Hay un tema con las plataformas y es que no han sido muy amables con los artistas. Hablando, como decimos en Colombia, “a calzón quitado”. El tema de los porcentajes en plataformas como Spotify es mínimo, pero es lo que la gente escucha. Y necesitas que te escuchen. Para un proyecto como el mío tienes que estar en todas las plataformas, porque si no, no estás haciendo nada. Existen plataformas como Bandcamp que precisamente en la pandemia fueron muy amables con los artistas en términos de porcentajes. Te dejan hacer crowdfunding para que la gente compre tus productos, que puedan participar en tu proceso creativo o te aporten de alguna manera significativa al proyecto. Eso siempre nos ayuda. Los artistas no vivimos de aire, tenemos que comer. Entonces es bonito que haya plataformas que también piensen en los artistas. En Colombia desafortunadamente no funciona todavía como uno quisiera. Digamos que son plataformas que han funcionado bien en países que lo han utilizado más tiempo. En Colombia apenas se está haciendo ese conocimiento, pero bueno hay que estar, hay que moverla y hay que apoyar a los artistas de todas las maneras que podamos.   


Hay gente que anuncia la muerte de géneros como el rock y el metal en estos tiempos, ¿qué opinas de eso?

Va a sonar un poco atrevido, pero es el fin de los géneros como los habíamos entendido. Digamos el metal, no se como sea en México, pero en Colombia siempre sentí que había paredes muy rígidas respecto a  lo que se podía y no hacer. Así es el metal puro, así es el dead, así es el grind, así es el black y no te puedes salir de ahi por que eres terrible, eres un vendido, un nosequé. A nadie le gustaba cuando hacía metal, me parece buenísima la banda (Fractal Flesh), pero decían “es una nena la que canta, no es tan chévere”. Con las mujeres y la comunidad LGBTIQ nunca pegó mucho el metal por eso. No nos dejaban entrar. Pero para responder tu pregunta creo que es el fin del rock hecho por hombres hetero y el comienzo maravilloso de un rock y metal mas que incluyente, deliciosamente diverso y múltiple, con varias narrativas. Me sigue gustando el metal, me sigue gustando el rock, creo que hay muchos elementos para explorar. Creo que es el fin de las mentalidades heteropatriarcales. 

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