Que se oiga el grito hasta Madrid

La soledad de quienes migramos cala más en momentos así, cuando una figura como Celso Piña muere y tú no tienes a tu alrededor a gente que lo entienda. También pasa en las fiestas, los códigos culturales son distintos, aunque no lo parezca. Se baila distinto, se escucha en diferente sintonía, la música es así: divergente aunque conciliadora.

El rebelde

A pesar del estigma, de los juicios y de muchas situaciones en contra, Celso decidió tocar la música que a él le gustaba, esa que todos conocíamos, pero no todos aceptaban que les gustaba. Ese «gusto culposo» que después se convirtió en todo un orgullo.