escribir canciones el método
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Musique de merde


El método

Las canciones no nacen en el romanticismo del genio y la inspiración que le llega de la nada. Hay que trabajarlas constantemente y se convierte en una batalla de la cual no sabes si saldrás vencedor.

OPINIÓN

Uno de los libros qué más atesoro porque he aprendido muchísimo de lo que está escrito en sus páginas es Vasos comunicantes, del periodista español Bruno Galindo. En este libro el autor nos comparte entrevistas con una enorme cantidad de artistas de todo el mundo, desde Café Tacvba hasta Rolling Stones pasando por Joe Strummer o Rachid Taha, y a todos les hace la misma pregunta: ¿Cómo y para qué escribir canciones? Las múltiples respuestas son un enorme compendio de aprendizaje para quienes nos gusta el oficio de escribir canciones. Ahí aprendí lo básico: cada quien tiene su método y no hay uno solo. 

Las canciones no nacen en el romanticismo del genio y la inspiración que le llega de la nada. Hay que trabajarlas constantemente y se convierte en una batalla de la cual no sabes si saldrás vencedor. Algo parecido al enfrentamiento con la hoja en blanco. Así que tienes que hacer uso de todos los elementos que tengas a tu alcance para lograr domarla y no perder ese enfrentamiento creativo. Porque cuando no ganas y la canción huye, la frustración se hace presente; pero cuando lo logras y terminas la canción, te sientes un vencedor. Los elementos de los que puedes hacer uso pueden ser infinitos: lecturas de libros, revistas, noticias; toda la música que escuchas y has escuchado; experiencias de vida tuyas y las de otros; algo que escuchaste en la calle, viste en televisión o sentiste ante alguna situación. Son muchas las formas de habitar una canción y darle sentido, pero siempre se trata de buscar la voz propia, de encontrar eso que uno quiere decir para no repetir lo que otros ya han dicho o cantado.

Son muchas las formas de habitar una canción y darle sentido, pero siempre se trata de buscar la voz propia, de encontrar eso que uno quiere decir para no repetir lo que otros ya han dicho o cantado.

En mi caso, cuando estoy trabajando alguna posible canción, llega un momento en que me acerco a algún libro o disco que me ayude a detonar las ideas a las que quiero llegar. No busco mis respuestas en lo que otros ya compusieron o escribieron, busco solo que me indiquen el rumbo o camino para poder llegar a algo que sea mío. Así, una sola palabra puede detonarme una canción. Por ejemplo, al inicio de este confinamiento estuve leyendo la biografía de Bruce Springsteen y, al llegar al capitulo donde habla de su disco River, me gustó lo que él platica sobre cómo nació su canción del mismo nombre y eso detonó la idea para que yo escribirá un nuevo tema. No usando sus palabras, sino pensando en mi propio “río”. No tuve ningún problema en llamarla “River”, y cuando la grabe y alguien me pregunte de dónde nació, no omitiré que es influencia directa de The Boss.

En otra ocasión, componiendo las canciones para el disco Amar o morir de Inspector, trabajaba sobre un tema llamado «El Tren». No terminaba de convencerme el tratamiento que le estaba dando a la letra, había algo que no embonaba entre la música y las palabras. Buscando darle una identidad a esa letra, recordé una lectura que había hecho días antes: Diablo Guardián, novela de Xavier Velasco. Retomé ese libro y me eché un clavado en sus personajes; ahí encontré la inspiración que buscaba y eso detonó algo que me permitió escribir una mejor letra, sobre todo cuando dice “Tú eres mi buena y mala suerte, yo soy tu santo y tu diablo”, obviamente influenciado por el personaje de la ficción. Cuando platico con otros sobre mis canciones, siempre ejemplifico esto como la relevancia que tiene la lectura a la hora de componer.

El título de mi reciente disco como solista, Nada que perdonar, y de la canción que le da nombre, fue tomado del libro del escritor mexicano JM Servín. Incluso lo platicamos y le dije que lo tomaría prestado, anécdota que siempre menciono en las entrevistas. A lo que voy con todos estos ejemplos es que, definitivamente tomamos el trabajo de otros para influenciarnos. Las canciones no nacen de la nada. Siempre habrá algo de otros que estará presente de una u otra manera en nuestra música. A veces más visible, otras más oculto, pero siempre habrá algo prestado. La diferencia radica en el método: si lo usas para encontrar tu propia voz, o tomas lo que alguien ya dijo o escribió y te lo apropias, aunque no sea tuyo.