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COLUMNAS   

Musique de merde


La «colombia» de Monterrey: orgullo y prejuicio

Ahora que la película Ya no estoy aquí fue elegida para representar a México en los premios Oscar, es buen momento para pensar el valor que se le suele otorgar a la música colombiana en Monterrey.

OPINIÓN

La película mexicana Ya no estoy aquí ha tenido una gran recepción, tanto en el plano nacional como en el internacional. Incluso recientemente se anunció que ha sido seleccionada para representar e México en la próxima entrega de los premios Oscar. En la obra de Fernando Frías se cuenta la historia de Ulises, un miembro de la pandilla Los Terkos, un grupo de adolescentes que habitan la colonia Independencia, uno de los barrios con más historia en la ciudad de Monterrey, pero también uno de los más violentos.

Ahí en ese barrio se gestó uno de los movimientos musicales y culturales más interesantes en la Sultana del Norte: la llamada «colombia». Sin embargo, y a pesar de que todos los elementos de esta cultura forman parte fundamental del personaje de Ulises, y de la película, poco se habla de esta y de su música. 

A través de los sonideros, o sea las personas que se encargaban de conseguir acetatos y se armaban de un pequeño equipo de sonido para amenizar las fiestas, la música colombiana llegó a este sector de la ciudad de Monterrey. Se dice que gracias al fenómeno migratorio fue que esta música apareció por estas tierras. Algunos familiares de estos sonideros migraban a Estados Unidos y allá conseguían discos que mandaban a tierras regias para que fueran tocados en las fiestas. Así se fue abriendo camino la cumbia colombiana y el vallenato que no tenían nada que ver con la cumbia norteña. El hecho de que esta música tuviera como instrumento principal al acordeón facilito que hubiera una cercanía con el público radicado en la capital regiomontana.

Entonces aparecieron personajes como Celso Piña, quien ha sido el máximo representante de la música colombiana hecha en Monterrey. Estos personajes como Celso, La Tropa Vallenata, Los Vallenatos de la Cumbia y muchos más, fueron aprendiendo del ritmo de manera empírica y escuchando los discos que ponían los sonideros, porque en ese entonces esta música no sonaba en la radio.

Se dice que un detalle que marcó la historia de la música colombiana en Monterrey fue el paso de la agrupación Los Corraleros del Majuagal, quienes al no poder cruzar al país vecino del norte para hacer unas presentaciones, tuvieron que quedarse por estos rumbos y eso fue un acercamiento decisivo para con esta música. Cuando los grupos de Monterrey comenzaron a intentar hacer sus propias interpretaciones, se fue gestando un sonido que terminaría dándole una identidad propia a este movimiento. Basta escuchar las primeras grabaciones de Celso Piña para darse cuenta que ningún grupo suena como ellos; tienen un sonido que suena a calle, al barrio de La Campana.

Pero esta música no llegó sola, sino que fue acompañada por elementos estéticos que fueron evolucionando, como los peinados, la vestimenta, y el baile, el cual sale representado en la película de Frías como una acción catártica. Monterrey es la única ciudad que ha albergado esta expresión cultural. Y ha sido tanta su popularidad que gracias a ello muchos artistas colombianos pueden venir a presentarse en esta ciudad, donde logran convocar a decenas de miles de personas con su música. 

Sin embargo, el trato que la «colombia» ha recibido durante gran parte de su existencia ha sido despectivo, ya que es en barrios muy vulnerables y violentos donde ha tenido su epicentro. A esta música malamente se le ha asociado con pandillas y violencia, aunque nunca con el narcotráfico, como sí lo hace la película. Y aunque es cierto que se ha desarrollado en ámbitos donde la violencia la rodea de manera constante, esto ha sido completamente externo a la música. Mientras los corridos y la música norteña sí hablan de personajes relacionados con la violencia y el narcotráfico, la música colombiana, sea cumbia o vallenato, no tienen ninguna cercanía con estos tópicos. Esta relación tiene que ver con los prejuicios hacia quienes la escuchan.

Ojalá la ola mediática que está recibiendo esta película sirva para visibilizar una cultura musical que ha tomado el folclor de un país extranjero para crear una cultura propia, que es del norte, de esta ciudad, Monterrey, y que además es muy rica en sí misma. La colombia de Monterrey.