Cinema yonke

«Hay que matar a B.», una alternativa al confinamiento

En estos tiempos de pandemia y confinamiento hay buen material para quedarse en casa y disfrutar, hoy les traigo una pieza dignísima: Hay que matar a B. (José Luis Borau, 1975).

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OPINIÓN

El serie B es un yacimiento de grandes filmes y bajo presupuesto digno de darle placer a todos los gustos. En estos tiempos de pandemia y confinamiento hay buen material para quedarse en casa y disfrutar, hoy les traigo una pieza dignísima: Hay que matar a B. (José Luis Borau, 1975).

La historia comienza con unas manos sin rostro que rebuscan en un archivo hasta que dan con la ficha de Pal Kovac, un camionero húngaro, impulsivo e individualista, atrapado en un imaginario país sudamericano en que está a punto de estallar una revuelta que un político en el exilio vendrá a liderar. Arruinado y atormentado por la muerte de su joven socio, hijo de un viejo amigo y de la dueña de la pensión en que vive, a la que quiere resarcir, acepta el trabajo que le ofrece un astroso detective privado. Esta chamba se trata de seducir a la amante de un conocido empresario cervecero, y cobrar así el dinero prometido al detective en caso de que se confirme su infidelidad. Kovac y la mujer acaban enamorándose y planean marcharse a Europa, pero el empresario aparece asesinado y detienen a Kovac por el crimen. Es entonces cuando sabemos qué quieren de Kovac las manos sin rostro que veíamos al principio, las mismas manos que veremos al final, cerrando el archivo, cuando tengan lo que buscaban de él.

La cinta, narrada por Borau en un tono desapasionado y crudo, deudor del cine “polar” francés, maneja con sabiduría las dos líneas argumentales de la película, aparentemente independientes, hasta que el personaje del detective, encarnado por el venerable Burgess Meredith, las anuda sin que puedan ya separarse. El conflicto civil, un simple telón de fondo al principio, va adquiriendo importancia hasta trastocar sin vuelta atrás la historia de amor de los protagonistas, que se ven literalmente engullidos por las circunstancias, en una hermosa escena en que caminan contracorriente en medio de una multitud vestida de blanco. 

Mención aparte merece el cuarteto protagonista. Al ya mencionado Meredith hay que sumar a la bella Stephane Audran, una de las actrices fetiche de Chabrol, a Patricia Neal, en un papel en las antípodas de su lagartona de Desayuno con diamantes y al sólido Darren McGavin en el mejor momento de su carrera, dando vida a ese baqueteado camionero atrapado en los sórdidos entresijos de un poder ciego y sordo ante los deseos humanos.

Entonces, si andan por ahí sin mucho qué hacer y se cansaron de Netflix, YouTube ofrece estas alternativas. Yo recomiendo que para esta recomendación apliquen una pizza y muchas cervezas. 

Best

El uso de elementos dramáticos en apariencia insignificantes que van reapareciendo a lo largo de la película como piezas significativas para comprender a los personajes.