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Musique de merde


La nostalgia de regalar música

¿Qué regalamos hoy en día sí queremos regalar música? ¿Una tarjeta de Spotify o de iTunes? El dilema de regalar discos en la época del streaming

OPINIÓN

Antes solía decir que un disco era una muy buena opción de regalo; regalar música podía ser algo significativo y emocional. Ya no lo es. Por primera vez pienso que regalar un disco no es una buena idea, empezando por e hecho de que muchas personas ya no tienen dónde escucharlos. Hace algunos meses, platicando con jóvenes sobre el quehacer del periodismo musical, me topé con una realidad: uno de ellos me dijo que nunca había tenido discos porque no tenía dónde escucharlos. Obviamente le pregunté si nunca había visto un discman, a lo que respondió con un rotundo no. Ya ni para qué preguntar sobre un walkman.

Cada formato que ha existido para escuchar música ha venido acompañado por un aparato o plataforma para escucharlo. Es decir, el formato tiene que ver más con una industria que con el deseo de las personas. Cuando el cassette tuvo su auge, las grabadoras y el walkman también vivieron su mejor época. Por ende, no es extraño notar que en pleno auge de la música escuchada en plataformas de streaming, sea el teléfono celular inteligente el que más se use, incluso aún más que la computadora en sí.

Con la llegada del CD también aparecieron los súper componentes de audio. Había que cambiar nuestro viejo aparato por uno donde sí se pudieran escuchar los cedes. Entonces aparecieron algunos con charolas donde podías incluir hasta 5 o 6 discos para ser escuchados sin necesidad de estar cambiándolos de lado cada vez que fueran escuchados. Ese fue el principio de la música continua, lo que ahora sucede con la música en la red, la cual puede ser escuchada por horas sin necesidad de darle ya ni siquiera play.

El mp3 trajo consigo la aparición de uno de los aparatos pop de principios del siglo XXI: el iPod. Un pequeño rectángulo blanco con forma de control remoto donde podías almacenar música en grandes cantidades para ser escuchada al antojo. Ya no era necesario cargar los cassettes ni los cedes, todo estaba incluido dentro de ese aparatito. Mucho lo llenamos con todos nuestros recuerdos. La música que hay dentro de un iPod es una gran radiografía de lo que somos, lo que pensamos y lo que hemos vivido. Al principio aún era necesario el disco para poder meter la música a una computadora y de ahí al iPod. Sí se podía descargar música de la red, pero esto aún era ilegal y era de mala calidad. Hoy día el iPod es nostalgia, son pocos quienes lo usan y a pesar de ser relativamente moderno, ahora se considera algo “viejo”.

¿Qué regalamos entonces ahora sí queremos regalar música? ¿Una tarjeta de Spotify o de iTunes? Lamento decir que la segunda opción, la de iTunes, incluso empieza a ser obsoleta también. Lo irónico sería tener que regalar un teléfono celular para poder escuchar música. Realidad que supera a la ficción.

No hay manera de regalar música hoy día. Y no es un llamado a la nostalgia ni una queja, sino un señalamiento. Por más playlists que se compartan nunca podrán ser tan personales como grabar un cassette o cede con determinada música para alguien en especial. Regalar una tarjeta de Spotify nunca será como recibir un disco porque, detrás de ese acto, había muchos mensajes que se mandaban entre quien lo regalaba y quien lo recibía. Vaya, a través del objeto y su contenido se creaban relaciones, no solo de dos, sino hasta grupales. Hoy la individualidad llega incluso hasta la música, cuando siempre se ha tratado de algo social y grupal.

Sin embargo, no todo está perdido. El vinil se rebela a la virtualidad actual y se ha convertido en un objeto preciado por muchos. Solo que para poder escucharlos hay que gastar una buena cantidad de dinero. No es barato tener una tornamesa y equipo para escuchar viniles, por lo mismo no es accesible para todos.,

Esta vez regalar música no es una buena opción. No será reconocido como tal y si regalas un cede es probable que quien lo reciba, a menos que sea melómano, te de un gracias de dientes apretados, como cuando en el intercambio de regalos te dan algo que sabes que nunca usarás. Y es muy probable que esa persona no tenga algún aparato para poder escuchar un disco o cede.