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Musique de merde


Ya nadie es underground

En la era digital todos gozan de un escaparate en el cual pueden mostrarse y ser vistos por personas de todo el mundo. Tal vez por eso la imitación y la homogeneización de la música sea latente al estar todos bajo el mismo reflector.

OPINIÓN

A finales de la década de los 70, el post punk no solo cambió la forma de hacer y consumir música a través del “hazlo tú mismo”, sino que también asentó el concepto de underground como una condición y postura ante la industria musical conservadora que comenzaba a tomar fuerza con la llegada al poder de Reagan y Tatcher.

Se podía ser underground conscientemente y esto significaba que no entrabas en los moldes de la industria, no solo de las discográficas, sino todo lo que envolvía a la música. Esto llevó, por ejemplo, a la aparición de fanzines hablando de aquellas bandas que no tenían lugar en las grandes o conocidas publicaciones, a la aparición de sellos independientes quienes grababan música y grupos que no cabían dentro de los estándares comerciales de la época y hasta a lugares pequeños donde se daba espacio a toda esa movida que buscaba romper con lo establecido, pero de manera consciente, no desde la furia del punk, sino desde el razonamiento de “hagámoslo diferente”.

Entonces ser underground era hacer comunidad, pertenecer a un grupo con ciertos gustos o intereses específicos, que no eran masivos. La música, influenciada por todo este ambiente, se dotaba de cierta estética y características musicales que la volvían “under”, eso la permeaba de una aparente libertad creativa, ya que no buscaba encajar en las formas comerciales. Sin embargo, sin darse cuenta, estaban creando otro molde, diferente, pero molde al fin.

Cuando se crean patrones a seguir, lo que se forman son tendencias, y con ellas vienen las modas. Entonces lo underground se puso de moda y Café Tacuva lo cantaba desde el 92 en su canción “Noche oscura”. De ser una postura contra la industria se convirtió en una tendencia y lo independiente se volvió la fuerza motriz de una movida musical que comenzaba a ser lo que había rechazado. Muchas bandas under pasaban a ser masivas. En México pasó, por ejemplo, con El Tri, Caifanes o La Maldita Vecindad, entre otros.

La puerta estaba abierta, ser o parecer underground se volvía una oferta comercial. De ser una actitud, pasó a ser un valor agregado de un producto en venta. Y como toda moda su destino es pasar o desaparecer, la tendencia de lo under no sería la excepción y comenzaría a desvanecerse su significado original cuando el margen se abrió estrepitosamente para llamar underground a cualquier banda que no fuera conocida.

Aunado a eso, aparecería una nueva realidad: Internet. El crítico musical Simon Reynolds plantea en Después del rock cómo la red ha acabado con lo genuinamente under, aunque parezca lo contrario. Es decir, aparentemente las compañías y la industria en sí han sido colapsadas por la “democratización” que ofrece internet, donde todos tienen más o menos las mismas posibilidades de exhibir su música o consumirla. Sin embargo, esto más bien es una masificación ya que los canales a través de los cuales la música es difundida, exhibida y consumida, no son para nada underground.

En la era digital ya nadie es underground, todos gozan de un escaparate en el cual pueden mostrarse y ser vistos por personas de todo el mundo. La banda argentina El Mató A Un Policia Motorizado, por ejemplo, ha logrado tener un público masivo sin ayuda de una discográfica transnacional y recorrer el mundo con su música gracias a la red. Ellos siguen llamándose una banda independiente. En pocas palabras, todos tienen la posibilidad de ser algo “mainstream” o conocido. Hay raperos de barrios que son desconocidos para la industria musical, y sin embargo, en sus plataformas son vistos y escuchados por millones de personas

El underground ha desaparecido porque, como menciona Reynolds, “Internet ha creado la ilusión de que todo es igual, porque está todo literalmente al mismo nivel: la superficie plana del espacio web”. Tal vez por eso, hoy más que nunca, la imitación y la homogeneización de la música sea latente al estar todos bajo el mismo reflector. ¿Cómo afecta esa superficie plana a la música que se genera?

En todo caso, como señala Simon, la única posibilidad de que existiera un underground musical genuino, arcaico, tendría que ser offline, pero nadie está dispuesto a salir de esa nueva realidad que son las redes sociales.