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COLUMNAS   

Musique de merde


El rock chavorruco

Algunas bandas de rock en México no acompañaron al público en su crecimiento, se quedaron en algún punto del camino y es por eso que se les escucha más por nostalgia que por identificarse aún con ellas.

OPINIÓN

Cuando salió el disco Fabulosos Calavera, de Los Fabulosos Cadillacs, quedé asombrado por los riesgos que habían tomado musicalmente. Canciones como “El muerto”, “Sábato” o “Niño Diamante”, eran muy diferentes a lo que se pudiera esperar de ellos. Luego llegó el disco La Marcha del Golazo Solitario, que abre con el sencillo “La vida”, un tema de temática positiva y existencialista muy cercano a la murga en su ritmo. Del disco anterior a este habían pasado dos años, el primero es del 97 y el segundo del 99, y era notoria la evolución y el crecimiento que mostraban a, por ejemplo, Vasos Vacíos.

Estos discos eran más experimentales y se respiraba un aire de cero autocomplacencia. No se subestimaba al público pensando que no iban a entender sus nuevas canciones, ni hacían complacencias estilísticas. Eso me llamaba mucho la atención porque de alguna manera siempre se nos ha hecho creer que al público no hay que cambiarle lo que le gusta, sino al contrario, repetir una y otra vez la formula que pueda gustar.

Cuando escuché la canción “Vos sabés”, entendí lo que pasaba. No solo se trataba de ser arriesgados en su música, sino que ésta crecía a la par de ellos como personas y su propio público. Es decir, la música que iban haciendo acompañaba a su público en su evolución y crecimiento. Si en algún momento cantaban sobre el “Carnaval”, ahora lo hacían sobre el milagro de ser padre. Ahí entendí por qué los Cadillacs gozaban de tanta aceptación entre el público latinoamericano, y esto tenía que ver porque su música los iba acompañando, reflejaba el momento que estaban viviendo.

Eso ha sucedido con otros artistas. Por ejemplo, Fito Páez o Calamaro, quienes escriben canciones hablando de su momento y su manera de ver la vida. Gepe en Chile hace una relectura de la canción folclórica y popular. Iván Ferreiro, Quique González, Los Planetas y otros en España tratan de reflejar en su música lo que son ahora. Esto no ocurrió con las bandas de rock en México.

Algunas bandas mexicanas, sobre todo las más populares, no acompañaron al público en su crecimiento. Se quedaron en algún punto del camino y es por eso que se les escucha más por nostalgia que por identificarse aún con ellas. Además, algunas, quienes pudieron ser representantes de toda una generación, dejaron de producir música. Hay excepciones como Café Tacvba y La Barranca. También existe un grupo interesante, el de los cantautores como Armando Palomas, Jaime López o Rafael Catana que gozan de cierta madurez lírica y musical, pero no del reflector que los lleve a más público. Por lo tanto, escuchar rock mexicano se ha vuelto una cuestión que tiene que ver con la edad, y por ende tiene vigencia.

Una vez llegados a la edad adulta no nos permitimos escuchar más rock mexicano a no ser que sea por nostalgia. El público mayor ya no se identifica con las bandas que creció. Y es algo entendible si consideramos que no fueron acompañados por los grupos que escucharon en su juventud. Ellos los dejaron crecer solos y han preferido poner la vista en las “nuevas generaciones”.

Una parte del rock en México, y repito: sobre todo la parte más mainstreem, siempre piensa en los más jóvenes, pero desatiende a quienes pudieron crecer con ellos. Por esa razón es que hay una cierta edad, diría que  a partir de los 30, en la que a muchos ya no les interesa escuchar bandas mexicanas. Ya no se encuentra con ellas más que en el pasado.

Entrevistando en una ocasión a un integrante de una de las bandas más longevas del rock mexicano, me decía que la característica de las bandas mexicanas era que seguían teniendo un espíritu joven. Me quedé pensando si eso no resultaba en algo poco positivo ya que entonces hablaríamos de bandas que aún les falta madurar, y me pregunté si entonces era acaso que el rock mexicano aún no maduraba o, peor aún, que se tratara de un rock chavorruco que se quiere seguir sintiendo joven y se niega a madurar para no cargar con la responsabilidad que conlleva la madurez.

Tecladista y compositor del grupo Inspector. Periodista cultural. Ha escrito para medios como La Rocka, ABC y Zona de Obras. Es director de La Zona Sucia.