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La «receta mágica» de los algoritmos del streaming, o la nueva payola de las playlists de Spotify, nos muestran que hay muchas personas dispuestas a hacer dinero sin haber hecho algo relevante en la industria musical.

OPINIÓN

“Tienes que tomar ese curso, él sabe mucho sobre el funcionamiento de Spotify y seguramente te ayudará a sacarle más provecho y desarrollar tu proyecto”, fue lo que me dijo un buen amigo cuando le comenté que no terminaba de entender cómo funcionaban exactamente las plataformas digitales de streaming. No estaba buscando quién me hiciera famoso o convirtiera mis canciones en las más reproducidas. Buscaba alguien que me explicara bien a bien el funcionamiento para entenderlo y saber usarlo en mi beneficio. Así que no lo cuestioné y tomé ese curso sobre Spotify. 

Durante el curso que duró dos horas, y me lo cobraron más caro que si hubiera sido un mes de aprendizaje, no me dijeron nada que ya supiera: “Tienes que decirle a la gente que te siga”, “invita a las personas a que te escuchen”, “arma tus propias playlist”. “entre más te escuchen más fácil será aparecer en las recomendaciones de la plataforma”, “pon una buena foto de perfil”, “lo importante es estar en la mayor cantidad de playlist”, y cosas como esas. Sí muy bien, todo se resumió a “tienen que escucharte”. Sí, pero en ningún momento me dijeron cómo. Y no pudieron decirme porque simplemente esa respuesta no es una sino muchas, y muy diversas, que dependen del perfil del artista y de su música. Es decir, pagué para que me dijeran que la clave de Spotify para tener muchas reproducciones es que la gente vaya a escucharte. Gran descubrimiento.

Sin embargo, fue necesario experimentarlo para entender algunas cosas básicas, y la primera es que es imposible que alguien te diga la clave sobre cómo funcionan las plataformas digitales porque se trata de un algoritmo. Nadie puede predecir el funcionamiento de este. Por ende, nadie puede decirte con exactitud cómo obtener resultados más allá de lo que todos conocemos: haz que la gente vaya a escucharte y te comparta. La otra cosa que entendí es que prácticamente las dinámicas que se están usando en estas plataformas, son las mismas que anteriormente hacía la industria con respecto a la radio. Por ejemplo: antes las disqueras decían, “díganle a sus amigos que llamen a la estación y pidan su canción para que los programen”. Ese es el equivalente ahora de pedirles que escuchen tu canción y la compartan. 

Con el auge de las plataformas digitales y nuestro poco entendimiento sobre su funcionamiento real, hay un río revuelto en el que habrá quien pretenda sacar provecho de eso.

Incluso hay una acción que bien podríamos decir es la nueva payola. Si bien es algo que siempre se ha negado su existencia, la realidad “bajo el agua” es que sí existe/existió y consistía en pagar a la emisora para que tu canción sonara. Bueno, ahora eso ocurre con las playlist de Spotify. Pero no con las listas que genera directamente la propia plataforma, sino en las que realizan otros usuarios o agencias. Uno puede llegar a formar parte siempre y cuando pague una cierta cantidad, bajo la promesa de que más gente te escuchará. El costo varía dependiendo de la cantidad de seguidores de esa lista, y puede ir desde los 200 pesos hasta unos cuantos miles. 

Estas acciones, la de vender estrategias y cursos para decirte como usar mejor las plataformas, invitarte a formar parte de playlists, estrategias de lanzamiento y demás, pueden ser importantes y funcionales si quien te lo ofrece tiene un respaldo y una carrera que lo avalen. Es fácil, sólo hay que ver qué cosas ha hecho quien lo ofrece. Si se trata de un curso o charla sobre cómo producir tu propia gira, entonces fíjate cuántas giras ha hecho. Si alguien te ofrece ayudarte con un curso sobre cómo producir tu música, fíjate qué ha producido. Si alguien te quiere decir cómo hacer tus canciones o qué música funciona más, pregunta qué canciones exitosas ha hecho esa persona. 

Es importante que quien quiera desarrollarse y trabajar en la industria musical sea quien la conozca del medio, y no quienes pretendan hacer un plan emprendedor desde la computadora sin jamás haber creado ni producido algo sobresaliente. Con el auge de las plataformas digitales y nuestro poco entendimiento sobre su funcionamiento real, hay un río revuelto en el que habrá quien pretenda sacar provecho de eso. Y no, no son los que más saben. Los que conocen la industria saben dos cosas: la primera es que la experiencia se hace en la práctica, no en la computadora. Y segunda: no hay manera de dominar y entender un algoritmo. Los que dicen que sí lo saben, tienen un nombre: embaucadores.