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Musique de merde


La música en tiempos de coronavirus

La música no se detiene, al contrario. Ve en esta crisis un terreno para seguir haciendo lo que realmente la hace tan poderosa: acompañar a las personas, a la sociedad y a la historia.

OPINIÓN

La reciente pandemia de coronavirus ha afectado todas las estructuras sociales y económicas en el mundo. La gente debe permanecer encerrada, con el menos contacto físico posible para evitar la propagación y contagio de este virus. Por ende, muchas de las actividades sociales están siendo ajustadas a esta nueva realidad, la del encierro.

La música y su mundo no ha quedado exento. Muchos conciertos, festivales, grabaciones de discos, entrevistas, ensayos y demás han tenido que ser pospuestos por tiempo indefinido hasta que la crisis aminore. Esto ha hecho que los músicos y la industria musical se acople al nuevo contexto, al menos por ahora, no directamente en un sentido de ganancia económica, sino de soporte ante una situación que no solo puede afectar la salud física, sino también la emocional pues hay muchas personas que están perdiendo sus trabajos y en general se respira un aire de miedo. Eso estresa a cualquiera ante tal situación.

Sin embargo, quien ha sacado la cabeza para ayudar con su poder, con su fuerza, y con su presencia ha sido la música. No es nuevo que en épocas de crisis sea el arte quien levante la mano y de el primer paso, y en este caso la música. Ejemplos hay muchos de cómo en la historia de la humanidad, los momentos más difíciles han servido para la gestación, producción y creación de movimientos artísticos. Basta voltear a ver la historia del blues y del jazz. El primero naciendo en una época vergonzosa del ser humano: la esclavitud. El segundo teniendo un parteaguas a partir de la recesión económica en Estados Unidos de América. En México, por ejemplo, sin olvidar que también es resultado de lo hecho por generaciones musicales anteriores, todo el movimiento noventero de rock nacional toma fuerza a partir de una de las peores crisis vividas en el país, la crisis económica del 88. Y así podríamos seguir citando ejemplos.

En este 2020 y en plena pandemia, la música sale al paso antes que cualquier otra manifestación social. En Europa, primeramente en Italia, los músicos y otras personas con dotes musicales, debido al encierro obligado que están viviendo, decidieron salir a sus balcones, cada uno al propio, y hacer recitales musicales para acompañar el aislamiento del que se es parte. Ya sea cantando arias o fragmentos de ópera, canciones o simplemente melodías musicales es como muchos han encontrado su forma de ayudar al otro. Incluso en una región de España han llegado a proponer una dinámica en la cual, nuevamente desde sus propios balcones, todos aquellos que sepan tocar algún instrumento tocarán la misma pieza a la misma hora, logrando así una interpretación en conjunto sin igual y sin precedentes, cada quien desde su casa pero hacia el exterior. La primera melodía escogida para tocarse a las doce del mediodía fue el “Himno de Europa”, mejor conocido como el Himno a la Alegría del compositor alemán Beethoven.

Estamos llegando, aunque de manera obligada, a lo que vislumbraba el futuro: los conciertos virtuales, donde el público se encuentra frente a una pantalla observando y escuchando un concierto en tiempo real. Esto cambiará completamente la forma de consumir música en vivo, aunque un no sabemos de qué manera ni cuánto afectara para bien o para mal.

En Latinoamérica se han organizado conciertos a puerta cerrada donde varios artistas tocan en un teatro sin público pero llevado a través de la red hacia todos los hogares. Jorge Drexler fue uno de los primeros en hacer esto. Ahora todos los artistas están realizando presentaciones acústicas, como el caso de Fito Páez, o desde ensayos, como Los Pericos. Conciertos completos como el de Fobia, Chetes y Ely Guerra. Estamos llegando, aunque de manera obligada, a lo que vislumbraba el futuro: los conciertos virtuales, donde el público se encuentra frente a una pantalla observando y escuchando un concierto en tiempo real. Esto cambiará completamente la forma de consumir música en vivo, aunque un no sabemos de qué manera ni cuánto afectara para bien o para mal.

La música en tiempos de coronavirus es inmune, no se detiene, al contrario. Ve en esta crisis un terreno para seguir haciendo lo que realmente la hace tan poderosa: acompañar a las personas, a la sociedad y a la historia.  Ojalá estos tiempos también sirvan para devolverle a ella el lugar que se merece en la sociedad, un lugar mucho más importante y relevante que el que se le da ahora, tildándola de hobbie o de mero entretenimiento.