COLUMNAS   

Musique de merde


Siguen sin darse cuenta (Un daño mayor)

Cada vez hay menos medios musicales serios a los cuales acudir. Esto va más allá y no solo afecta a los medios serios. Afecta a toda la industria, al público y sobre todo a los mismos músicos.

OPINIÓN

Los espacios para escribir sobre música, de manera seria, cada vez son menos. Los periódicos apenas y hacen unas menciones y prefieren llevar sus notas al terreno del entretenimiento o del corazón, pero no del periodismo musical en forma. Las revistas prácticamente han desaparecido. Hoy, cuando escribo esto, se ha anunciado el cierre de la revista española Rockdelux, probablemente la más importante de habla hispana en cuanto a periodismo musical se refiere. Su continuidad en el medio impreso ya no es viable y han preferido decir adiós.

Es interesante que cada vez haya menos lugares donde se escriba sobre algo que es parte fundamental de la vida en sociedad: música. Al menos, repito, de forma seria. Porque también es cierto que hay una proliferación de páginas de Internet que se anuncian como portales de música- casi ninguno usa el término periodismo musical-, pero en ellos abunda no solo el amateurismo sino el desconocimiento del oficio periodístico. Notas sin ningún análisis, con estructuras narrativas copiadas del formato de espectáculos, incluidos vicios y lugares comunes, sin el más mínimo rigor y con pésima redacción. Son ellos quienes están “escribiendo sobre música”, por más irónico que parezca.

Esto se vuelve un efecto dominó porque hay muchas personas que “escriben” o cubren algún evento a cambio de una acreditación para entrar al evento y entonces se vuelve algo normal, y cuando quieres cobrar por tu trabajo es difícil que alguien lo pague. Para quienes tenemos o dirigimos un medio, entonces, pagar se vuelve una lucha constante, porque gracias a estos medios sin oficio, que abarrotan los festivales, las productoras o patrocinadores piensen que no necesitan un medio serio si los demás les dan lo que quieren: publicidad. Sí, la mayoría de los lugares de conciertos no revisan tu contenido, revisan cuántas personas te siguen en redes sociales. No les importa lo que escribas ni cómo lo escribas, les importa que estés todo un mes anunciando su evento. Entonces estas páginas se convierten en una agencia de publicidad antes que en un medio de periodismo musical.

La facilidad con que se puede abrir una página en redes sociales y llamarse a sí mismo “medio de comunicación”, en este caso musical, ha hecho que se banalice todo lo que tenga que ver con música al grado de pensar que para escribir de ella no es necesario prepararse, investigar y tener oficio

La facilidad con que se puede abrir una página en redes sociales y llamarse a sí mismo “medio de comunicación”, en este caso musical, ha hecho que se banalice todo lo que tenga que ver con música al grado de pensar que para escribir de ella no es necesario prepararse, investigar y tener oficio; creen que solo basta con que te guste escucharla y que te sepas más nombres que los demás. Esta banalización es la que ha provocado que cada vez haya menos medios serios a los cuales acudir. Pero, vamos, esto va más allá y no solo afecta a los medios serios. Afecta a toda la industria, al público y sobre todo a los mismos músicos. Es increíble que sean los propios músicos quienes se abracen a la indiferencia y no exijan que existan medios que hablen de forma profesional sobre su música y sus discos. Cuando escribes sobre ellos no tienen ni la más mínima atención de compartir la nota ¡que habla de ellos! Entonces cuando te hacen alguna mención te sientes agradecido como medio. Así de pobres estamos.

La crítica es fundamental para el desarrollo del arte y la evolución de la creación. Sin ella estaremos en una burbuja de halagos, en una nube de desconfianza. Si de pronto nos quejamos porque no hay una evolución musical significativa en alguna ciudad o país, mucho tiene que ver también con si existe la crítica musical o no. Y esta se debe encontrar en los medios serios, esos que ya están en peligro de extinción. Es mucho mayor el daño que se le hace a la música y a la industria con la desaparición de publicaciones musicales. Y lo más preocupante es que, a quienes beneficia o afecta directamente, que son los músicos y la industria, siguen sin darse cuenta.