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Bunbury: El último rockstar del rock en español

Algo pasa con Bunbury que logra conectar con su público como nadie más lo hace, al menos en el terreno del rock en español. Es un fenómeno que va más allá de la música, y que dejó patente en su reciente visita a Monterrey

Algo pasa con Bunbury que logra conectar con su público como nadie más lo hace, al menos en el terreno del rock en español. No solo se trata de la cantidad de público que tiene en Iberoamérica, sino de la forma en que éste le responde, una manera desbordada, apasionada y totalmente entregada.

El fenómeno Bunbury va más allá de su música, bien podríamos pensar que se trata de las letras, de las canciones, pero en sí tiene que ver con todo él, su personaje, los movimientos, su histrionismo y la forma de interpretar las composiciones que lo han colocado como uno de los favoritos del público latinoamericano.

La gira del español llegó al Auditorio CitiBanamex, en Monterrey, presentando su reciente disco Expectativas ante una cifra oficial de 6 mil personas. La primera parte estuvo conformada con canciones de esta grabación, para ser específicos, los primeros cinco temas del set, interpretados a la perfección por una banda sólida de músicos y un Bunbury vestido de traje blanco, cual pastor que encabeza la ceremonia, dispuesto a guiar a sus feligreses entre canción y canción.

No es exagerada la imagen. Hay una cuasi reverencia del público hacia el español, basta con que este haga algún movimiento o de las gracias para que los aplausos lleguen a destajo. La teatralidad de Enrique es evidente porque se sabe actor, como dice una de sus viejas canciones, de un escenario donde tantas veces ha actuado. Por momentos aparece el fantasma de Mick Jagger con esas poses cargadas de sensualidad, actitudes que remiten a Raphael y, en algunas otras, parece rendir homenaje a Elvis Presley. Sin embargo, este histrionismo llega a ser exagerado y en ocasiones se percibe poco natural.

Pero eso no importa, la gente estaba dispuesta a dejarlo todo en cada canción. Las más tranquilas fueron las que se cantaron de manera más apasionada, como ocurrió con “Parecemos tontos”, “El rescate” y “Más alto que nosotros sólo el cielo”. Los amigos y las parejas se abrazaban, había familias enteras cantando al unísono y parecía que cada palabra les decía algo a cada uno de ellos.

No hubo momentos en que bajara la intensidad, el público de Bunbury se sabe absolutamente todas sus canciones y las canta a pecho abierto, ya sean recientes o más antiguas.

En el terreno de la nostalgia, el de Zaragoza dio lugar a temas creados en la época de Héroes del Silencio («Héroe de leyenda», «Mar adentro» y «Maldito Duende») pero con versiones dosificadas, quitándoles el sonido cercano al rock que las caracterizaba y sonando más livianas. Tampoco importó, la mera nostalgia bastó para que fueran aplaudidas y cantadas por todos.

Si bien la primera parte fue exclusiva para temas de su reciente disco, el resto del concierto, el cual duró alrededor de dos horas, estuvo compuesto por canciones que forman parte de su historia musical, como “Hay muy poca gente”, “El hombre delgado que no flaqueará jamás”, “Sí” y “Lady Blue”, entre otras.

El concierto de Bunbury fue uno de rock, aunque muchos se resistan a reconocerlo. Sí, sus canciones tienen mucho de pop, folclore y otras influencias, pero la directriz es el rock y al menos hay que reconocer que la banda, Los Santos Inocentes, suenan lo suficientemente potentes y guitarreros, incluso con sugerencias hacia los Stones.

La noche cerró con uno de los temas mejor logrados de su último disco, “La constante”, y es de señalar que no cualquiera cierra un concierto con un tema lento y además nuevo. Pero tampoco importó, la gente lo cantó con la misma entrega que si cantaran un clásico de Ramón Ayala o Los Cadetes de Linares.

Bunbury es el último de los rockstars del rock en español y su público lo aclama como tal, muy a pesar de sus detractores.