Un año sucio
La Zona Sucia se ha convertido en un espacio para publicar el tipo de contenidos que no tienen oportunidad en los medios tradicionales; información que otros dirían que no es relevante y sin embargo termina siendo compartida por muchos.
La Zona Sucia se ha convertido en un espacio para publicar el tipo de contenidos que no tienen oportunidad en los medios tradicionales; información que otros dirían que no es relevante y sin embargo termina siendo compartida por muchos.
Algo pasa con Bunbury que logra conectar con su público como nadie más lo hace, al menos en el terreno del rock en español. Es un fenómeno que va más allá de la música, y que dejó patente en su reciente visita a Monterrey
En la era digital todos gozan de un escaparate en el cual pueden mostrarse y ser vistos por personas de todo el mundo. Tal vez por eso la imitación y la homogeneización de la música sea latente al estar todos bajo el mismo reflector.
En esta época, las playlists de las plataformas de streaming están basadas más en clichés musicales que en la enriquecedora experiencia de compartir música.
La protesta que hiciera un grupo religioso para que la banda de black metal, Marduk, no se presentara en Monterrey, finalmente logró su objetivo y el concierto fue cancelado. ¿Pero qué intereses políticos hay detrás de este suceso?
Habitantes de la calle, clientes de bares olvidados, punks, chavos banda y ex-luchadores del pancracio convertidos en homicidas, forman parte del cuadro que JM Servín nos presenta en Nada qué perdonar.
Sea cual sea el mensaje que lleve, la música incidental que acompaña nuestro pensamiento consciente nunca es accidental.
Si el punk buscó romper con los moldes y las formas estéticas, temáticas y musicales que le antecedían, la salsa neoyorkina de los setenta también lo hizo al incluir temáticas sociales en una música que se pensaba solo era para bailar y gozar.
Hay muchos prejuicios que culpan a la música de comportamientos que en realidad tienen que ver con el contexto social. Lo que sí hace la música es llenar un espacio que socialmente se encuentra vacío en las personas.
A unos días de la agresión que sufrió el «barrista» de Tigres sigue la discusión. Pero de parte de gobierno, las directivas de los clubes y los medios de comunicación no hay una solución real, solo una reacción superficial para un problema profundo.