Pirámides – Superficie de Uso Mixto Vol. 1


Avandadoom Records, 2018
México

RESEÑA

Una de las cosas más difíciles para una banda hoy en día es lograr un sonido e identidad propia, esto por la ventaja que significa tener acceso a un sinfín de información a través del Internet. Las influencias son muchas, y tan directas,  que es muy probable que una banda, en lugar de utilizarlas para crear algo diferente, termine emulando un sonido ya existente.

En una época en que la homogenización sonora es latente, resulta interesante encontrar una banda como Pirámides, la cual apuesta por correr riesgos musicales alejados de toda tendencia y que, sin embargo, está plagada de actualidad.

Su reciente EP, titulado Superficie de Uso Mixto Vol. 1, es una muestra de lo importante que resulta para ellos trazar un camino propio porque, y es difícil decirlo, no suenan a nada cercano pero su música abre puertas para quien quiera escuchar con atención piezas que fueron creadas con minuciosidad.

El disco abre con “Cómo ver un eclipse”, un tema que está basado en un encuentro de sonidos sintetizados, atravesados en arpegios, que remiten a una mezcla entre Jean Michell Jarré y Pink Floyd; pero tan solo como una referencia tomada para desembocar en guitarrazos firmes que aportan una sonoridad cercana al rock progresivo.

Como una especie de ruleta rusa, el modo gira en dirección al bolero en “Ráfagas”, que comienza con una voz en off diciendo “La vida es corta, la vida es muy corta”. Aquí hay una mezcla extraña que no termina de salir bien lograda. La base está sobre el bolero, pero hay un órgano que recuerda a la balada latinoamericana de los años sesenta y, a lo largo de todo el tema, hay una serie de percusiones que ensucian un poco la producción, como una cuica que se escucha por ahí de fondo. Hay varias guitarras moviéndose sobre la base, coros y el órgano que terminan saturando el tema. Aquí el “menos es más” habría hecho que la canción, con muy buena estructura de composición, luciera mucho más.

En “Aquí y ahora” regresan a su sonido, una fusión de folclor- en las guitarras acústicas rasgadas-, rock y psicodelia. Aunque ellos rehúyan de esta última etiqueta, en la manera de hacer las melodías de voz es imposible no pensar en ambientaciones psicodélicas. El tema tiene un entramado armónico interesante que parece girar en círculos ascendentes. El primer tema y éste están conectados en una misma escena auditiva y bien podríamos decir que es el sonido propio de la banda, ese que va creando atmósferas oníricas y a la vez pisa la realidad con guitarras ricas en armonías.

«Arrecifes» es una pieza corta basada en el arpegio de un sonido de teclado que arroja la sensación, si fuera un poco más largo, de estar precisamente sumergido en el agua, buceando sobre un arrecife.

Son cuatro temas que dan el adelanto del próximo disco completo en el que están trabajando. Algo notorio de estas piezas es que son muy visuales, es decir, pareciera que por sí solas musicalizan alguna escena de un cortometraje y logran crear ambientaciones basadas solamente en el sonido.

Más allá de hacer un juicio sobre bueno o malo, es de agradecer que una banda joven apueste por la música y el riesgo de ir contra corriente, más no por eso fuera de lugar ni obsoleto, sino todo lo contrario, la frescura de lo diferente. Y es ahí, al tomar el riesgo, que puede haber ciertos pasos inseguros, además la posibilidad de que no cualquiera tenga la paciencia para descubrir y reconocer la propuesta sónica, pero esto no es otra cosa más que la consecuencia de la búsqueda constante.

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